Reflexiones semanasantinas
26/04/2011 - 00:00
Hay datos económicos, como el del déficit, el turismo o el superávit de la Seguridad Social, que indican que la salida de la crisis está más visible y que es muy difícil ya que se den pasos atrás. Dicho sea con el permiso de la derecha, sobre todo de la derecha de la derecha, que aspira siempre a que todo vaya lo peor para beneficiarse electoralmente más, algo así como lo que ocurre con la lucha antiterrorista, que cuanto mejor va más se enfurecen los ultras y los no tan ultras, porque una solución próxima en ese campo se llevaría por delante algunas o muchas ventajas y quizá alguna bagatela. Los pocos días de descanso semanasantino han servido para reflexionar un poco, además de para rezar y verse las caras con Dios. Y de esas reflexiones se desprende que seguimos viviendo en un extraño país, en el que los buenos son los malos y los malos son los buenos, según y cómo se mire, pero más bien mirando con independencia y con cariño a las personas. Lo de Bildu, el tráfico menos sangriento, o el aniversario de Chernobil nos ayudan a esos pensamientos.
La última es la de las nuevas revelaciones de Wikileaks, ahora sobre la prisión de Guantánamo, esa escuela de horror, de torturas, de vejaciones, de violación de todos los derechos humanos, a que nos llevó la política de George Bush y de sus fieles acólitos, que no han pagado nada de lo que deben a la humanidad por sus desmanes brutales, por sus guerras genocidas y sus burlas dantescas contra todos nosotros. El pobre Obama, que no cumple o no puede cumplir su promesa electoral de cerrar Guantánamo, no previó que su derecha y muchos de sus Estados federados se lo iban a impedir, como tantas otras cosas. USA es en estos momentos el espejo de la radicalización de la derecha inhumana, pero el presidente Obama es el espejo del quiero y no puedo o del no estoy dispuesto a jugarme el todo por el todo por mi hermoso programa electoral. Ay, de qué me suena a mí esto... no será de ese otro presidente que anunció que no se presentará más, porque tampoco a él le dejaron cumplir su programa, pese a que él si se jugó el todo por el todo.