¿Regular o ahogar?

08/02/2020 - 11:27 Fernando Almansa

Además del hecho de que la normativa excesiva ahoga al trabajador autónomo, su multiplicidad requiere cada vez de mayor número de funcionarios.

Recientemente un estudio del Banco de España, afirmaba que “en los últimos 40 años, se ha cuadruplicado el volumen de normativas que afectan a la actividad empresarial y de los autónomos”, y concluía que como consecuencia “la excesiva regulación normativa merma gravemente la creación de nuevas empresas y frena el crecimiento empresarial”. La sobrerregulación normativa en España, con 364.267 normativas en los último 40 años, “ha tenido un efecto devastador”, según dicho estudio “ la excesiva regulación normativa de las administraciones autonómicas, provinciales y locales han afectado a la creación de empresas y al crecimiento empresarial”; y esto ha afectado gravemente a las actividades de las pequeñas empresas y de los autónomos.

Meses atrás Bankia, banco reflotado con todos nuestros impuestos, lanzó una campaña a favor de los autónomos, declarándolos héroes, y mártires. Lo mismo hizo el Banco de Santander, banco que figura entre los menos éticos de España; el Banco de Santander no dejaba de dar las gracias a los autónomos que asumen riesgos y siempre estan ahí.

Efectivamente, la miseria que el sistema público genera, ahogando a los autónomos y empresarios con normativas imposibles de gestionar y digerir y con un sinfín de impuestos desproporcionados, al mismo tiempo que con unas coberturas sociales mínimas; ésta agonia es utilizada como reclamo publicitario de la banca más oportunista y poco ética que domina el panorama financiero español.

Los diversos Gobiernos, locales, autonómicos y estatales, deberían prestar más atención a la realidad objetiva de la microemprea y de los autónomos;  dejarlos respirar para que puedan sobrevivir, en lugar de asfixiarlos con normativas sobrepuestas hasta la hartura y que hacen inviable la iniciativa y economía de la microempresa.

Que el Banco de España llegue a tan significadas conclusiones no deja de ser una perogrullada, que nos cuesta muy cara, porque para evidenciar esta obviedad, vaya Vd. a saber cuánto nos ha costado de nuestros impuestos, dicho estudio.

Pero además del hecho  de que la normativa excesiva ahoga al trabajador autónomo, es que su multiplicidad, requiere cada vez de mayor número de funcionarios, que controlen el cumplimento de la norma, persigan errores o desacatos y sancionen debidamente a quienes no cumplan a piejuntillas.

Así, el círculo vicioso se perpetúa, y no es de sorprender que cada vez más personas aspiren a escapar de la iniciativa personal de montar sus empresas o negocios y busquen refugio en el sistema funcionarial, donde “ni nieva, ni llueve” como le pasaba a Pulgarcito en la tripa del buey.

Este país crea normas y leyes a tutiplén, porque hay un tufo autoritario y regulador que lo impregna todo, y ello genera la cultura del incumplimiento por la propia saturación normativa. Y así en este Ying-Yang, vamos marcando la espiral del absurdo y de la destrucción, no sólo de empleo sino de creatividad e ilusión.