¿Remite- algo- la crispación?
17/04/2011 - 18:38
Entramos en una semana vacacional en la que, por cierto, los carteles de 'no hay habitaciones' se han colgado a las puertas de un buen número de hoteles: este año, se prevén más desplazamientos por automóvil que nunca -cerca de quince millones, dicen--, pese al espectacular alza de las gasolinas, y las revueltas en el norte de Africa han venido de perlas a varios puntos turísticos españoles, señaladamente en el Este, en el sur, en Baleares y, sobre todo, en Canarias. No es un panorama de crisis, aunque la haya de fondo --vaya si la hay--, el que saluda a esta Semana Santa que nos viene. El clima política y social mejora algo, quizá como preludio de una cierta mejora en el clima económico. Yo diría que, pese a las cosas que se dicen en los mítines preelectorales -hay que mantener la tensión ante la votación del 22 de mayo--, la crispación extrema ha remitido algo. Algo.
Que Aznar, vaya usted a saber impulsado por qué razones, haya dudado ante un foro exterior de la solvencia de España para pagar su deuda no desmiente la cautela con la que Mariano Rajoy está manejando la travesía económica del Gobierno, elogiada ahora por la mayor parte de los analistas internacionales precisamente ahora que Zapatero está aplicando las recetas de las que siempre abominó. Que algunos sectores que se dicen afines al Partido Popular, aunque le pasen ampliamente por la derecha, sugieran más o menos veladamente que el Ejecutivo está negociando, o casi, con ETA, no invalida la posición cooperadora de los dirigentes oficiales del PP. Yo diría que Rajoy y su equipo están haciendo juegos malabares para, manteniendo su lógica y casi obligada hostilidad al Gobierno de Zapatero -caso Faisán, corruptelas en Andalucía-, no azuzarle demasiado, no vaya a ser que la curda se rompa por algún lado y el sistema salte hecho pedazos.
Yo diría que algunos consejos de moderación que, me consta, recibe el ya de por sí moderado Mariano Rajoy, junto al anuncio de Zapatero en el sentido de que no va a intentar repetir mandato, han sido factores importantes que han hecho que la crispación baje algunos grados, pese a la munición abundantemente derrochada en los mítines de las dos principales formaciones nacionales: el PSOE hace ver que está indignado con las cosas que Aznar proclama por el mundo mundial, pero conoce perfectamente que quien más sufre con las declaraciones del ex presidente es su sucesor al frente del partido.
Sospecho que, pese a lo que dice desde los atriles y ante los micrófonos mitineros, Zapatero sabe que la posición de los máximos dirigentes de la oposición es impecable. De la misma manera que avizoro que Rajoy entiende perfectamente que ni Zapatero tiene la menor responsabilidad en la excarcelación escandalosa de algún dirigente de ETA ni tiene mucho más margen que el actual para poner en marcha recetas económicas y, en este sentido, tengo la impresión de que la posición sufridora pero impasible de la vicepresidenta Salgado sube algunos puntos incluso en la valoración 'secreta' del PP.
Es una lastima la incompatibilidad de los caracteres de los dos principales representantes de la política española, como ha sido una lástima la falta de generosidad de ambos para entenderse en muchas más cosas cuando aún, tiempos en los que no había elecciones a la vista, era posible. Lo digo porque, no sé si animado del radiante optimismo que propicia la perspectiva de unas vacaciones cortas, pero vacaciones al fin, estoy seguro, y lo he dicho muchas veces, de que el PSOE sin Zapatero y el PP con Rajoy presumiblemente en La Moncloa tendrán que llegar a acuerdos muy sustanciales tras las próximas elecciones generales. Hablo de un plazo de menos de un año. A ello me remito.