Renovar el espíritu de la democracia

22/02/2011 - 19:09 Redacción

Guadalajara no fue una excepción a la hora de vivir el golpe de estado. La intentona golpista dejó con el aliento contenido y las calles vacías a una provincia en la que la ausencia de incidentes fue la nota predominante durante las 17 horas y media que duró el asalto al Congreso de los Diputados perpetrado por 200 guardias civiles al mando del teniente coronel Tejero. Ahora, tres décadas después los disparos en el hemiciclo y la famosa frase de “quieto todo el mundo” resuena en nuestras memorias con un eco lejano que las generaciones más jóvenes no llegan a percibir. La lucha por la democracia queda atrás en un momento en el que sin embargo el sistema no vive en una de sus mejores épocas. Corruptela e ineficacia son dos de los rasgos que un alto porcentaje de la población atribuye a una clase dirigente que consideramos el tercer problema en importancia de una sociedad que sangra cada día más con el paro y la falta de esperanza. La victoria del 23-F tiene muchos padres, pero los verdaderos héroes de aquellos días fueron los ciudadanos españoles que reaccionaron al unísono contra un ataque a las ansias de libertad. Fue un intento de modificar mediante el empleo de la fuerza el orden constitucional que los españoles nos habíamos dado apenas tres años antes al aprobar la Constitución de 1978. Visto con la perspectiva que proporciona el tiempo, es evidente que aquel fallido intento de golpe de Estado sirvió también para que los españoles tomaran conciencia de que la democracia había que conquistarla y consolidarla día a día y que esa era una tarea de todos. La gran reacción ciudadana que se produjo trajo consigo un cierre de filas en torno a las instituciones democráticas, una mayor conciencia en los partidos políticos de que había que aparcar las luchas partidistas y buscar el entendimiento en las cuestiones importantes. Ahora, lo sustancial es mantener viva esa idea de la democracia como sistema en el que los partidos y los sindicatos son el instrumento fundamental para alcanzar la máxima participación de la sociedad en el sistema. Quizá para conseguirlo sea necesario, de vez en cuando, echar la vista atrás y recordar que llegar hasta aquí no ha sido tan fácil.