Repensar el Estado

18/01/2011 - 00:00 Julia Navarro

¿Hay que repensar el Estado de las Autonomías? Esta es una pregunta que se hacen muchos ciudadanos a raíz del estallido de la crisis económica. En realidad, la pregunta correcta sería ¿nos podemos permitir un Estado autonómico tal y como se ha desarrollado? Y la respuesta, por mucho que altere a los partidos nacionalistas, es obvia: no es sostenible un Estado donde se triplican los organismos y cargos públicos. Una cosa es la descentralización del Estado y otra multiplicar por tres lo que no es necesario. El debate debería de producirse entre todos los partidos con serenidad y sólo con un objetivo, el interés de los ciudadanos por encima de cualquier otra consideración. Pero el solo hecho de enunciar el problema ha puesto en alerta a los partidos nacionalistas y a quienes, en este caso Izquierda Unida, creen que pueden sacar rédito político diciendo que racionalizar el Estado autonómico es poco menos que acabar con el Estado de las autonomías. El problema creo yo es que José María Aznar ha irrumpido en el debate como elefante en cacharrería, con esa falta de sutileza que le caracteriza y que provoca que media España se ponga de uñas contra cualquier cosa que pueda proponer. Pero más allá de lo que diga o deje de decir Aznar, o de cómo lo diga, lo cierto es que desde el PSOE se hace el esfuerzo de poner distancias con el ex presidente al tiempo que se admite que "hay distorsiones y duplicidades" en el actual modelo, según palabras del ministro Jáuregui, o en versión de Marcelino Iglesias son necesarios ajustes "para ser más eficientes". No afrontar los problemas sólo conduce a enquistarlos y precisamente para que el Estado de las autonomías sea factible seguramente hay que reformarlo. A nadie debería de escandalizar que Gobierno y oposición empiecen a hablar sobre la necesidad de poner un tope a los gastos y capacidad de endeudamiento de las comunidades autónomas, o procurar que no haya diferencias en los servicios que reciben los ciudadanos en una comunidad u otra, o que tres o cuatro organismos distintos se encarguen de la misma función. Es muy fácil hacer demagogia a cuenta de este asunto, pero la realidad es que nuestro país está sufriendo una durísima crisis financiero-económica y por tanto todo el mundo tiene que apretarse el cinturón, el primero nuestro Estado autonómico. LLámese armonizar, racionalizar, ser más eficientes, o como se quiera, pero lo cierto es que ha llegado el momento de repensar como se gestiona el Estado autonómico para que sea eficiente para los ciudadanos y no se despilfarre ni un euro de más. El problema es que a la luz de las comunidades autónomas vive mucha gente que no quieren que se les acabe su modus vivendi, y se envuelven en la bandera de su comunidad para defender intereses que poco o nada tienen que ver con los de los ciudadanos. Me pregunto si los dos grandes partidos sabrán abordar este problema buscando una solución que pase por no mermar el Estado autonómico pero sí acabar con sus disfunciones y sobre todo con el despilfarro.