Requiem por un pino

07/09/2018 - 12:14 Marta Velasco

Hoy estas líneas son un réquiem por el gran pino romano de la Alameda, un pino antiquísimo que daba sombra al Amarillo y a los paseantes.

Es bonito y grande, más abajo está la fuente picarda, un charco poblado de ranas verdes. Actualmente el polvorín se ha convertido en un mirador desde donde se puede observar el amplio panorama de Sigüenza de día y el imponente firmamento seguntino de noche. Todo comentado, detallado y amenizado por unos paneles que se han colocado allí para esa misión: la catedral construida Este-Oeste, como Dios manda, mínimamente desviada de su eje; el universo nocturno con lo más interesante; un calendario solar y un maravilloso mapa de estrellas. Son obra de Javier Bussons, nuestro astrofísico de cabecera. Y así, gracias al Ayuntamiento, pero sobre todo a Bussons y al cielo seguntino, podemos llamar por su nombre a muchas estrellas, hay instrucciones para distinguirlas y para leer fechas en el espacio.

De noche, desde mi balcón, espío a la luna. Antes veía todo el universo, como desde una nave de la Guerra de las Galaxias, ahora, con tanta bombilla led, veo solamente las estrellas más grandes. Echo de menos unas pequeñas titilantes, y la deslumbrante nebulosa…pero ahí está la luna, clara y rotunda sobre el azul, iluminando a las cigüeñas erguidas sobre las almenas de la catedral. Me gusta imaginarla como la veía García Lorca “con su polisón de nardos” o como un “Cisne redondo en el río, ojo de las catedrales, alba fingida en las hojas…”  Entre otras cosas, porque Federico fue un lunático convencido. Otra poeta de mi familia, María Antonia Velasco, se baña en el mar con ella…” La luna se me dobla como un trapo de plata sobre el pecho/ y me cubre con brillos de la aurora, / con polen sideral y dedos de ceniza.” 

Pero hoy estas líneas son un réquiem por el gran pino romano de la Alameda, un pino antiquísimo que daba sombra al Amarillo y a los paseantes. Su vigor nos consoló un poco de la pérdida de los olmos, era un pino de todos, enorme e irremplazable, testigo de la vida seguntina en invierno y en verano.

Este año, no sé cuándo, lo han talado, dejando un enorme muñón que parece sano. Lo andaba yo buscando desde hace días entre los otros verdes, como se busca a un amigo que todavía no has visto y me he encontrado con su ausencia. Me ha dicho un informante anónimo que fue cosa del Ayuntamiento, que estaba “algo inclinado y daba miedo” ¿A quién? ¿Ningún ecologista ha protestado?  Era un ejemplar único ¿se ha hecho un informe técnico antes llegar a tan drástica solución?  ¿No se podía haber estabilizado con un puntal y seguiría creciendo bello y en paz?  Los árboles nos proporcionan oxígeno y placer…Ruego a los responsables de nuestros árboles que no los talen, que los apuntalen, los curen. Que los salven. Ellos se lo merecen.

Estoy escribiendo sobre lunas, estrellas y polvorines porque no quiero hablar de política ni de corrupción ni de separatistas ni de lazos ni de presos ni de nazis ni de tumbas ni de comisiones de la verdad. Todo esto pasará.  La muerte del pino en cambio es una cuestión importante, porque lo hemos perdido para siempre.