Reválida persa
Visto lo visto, los calientaescaños peperos y voxeros andan peor. Parece que no se las leen ni borrachos. Aunque eliminen cárcel a los asesinos etarras.
Cuenta Herodoto en su Libro I que los antiguos persas -verdaderos padres de las matemáticas y la medición moderna del tiempo- discutían los asuntos más importantes en estado de embriaguez, y al día siguiente volvían a hacerlo sobrios. O al revés. Si en ambos casos estaban de acuerdo, cerraban el trato y aprobaban las disposiciones pertinentes. Si no, renunciaban.
Algunos estudiosos de la droga reina desde hace 10.000 años se han planteado la razón de este contraste o reválida en las decisiones de calado y repercusión social.
Hoy recae la sospecha de si han sido adoptadas con o sin ella múltiples leyes y reglamentos, decretos, resoluciones ordenanzas, asambleas populares y hasta acuerdos de comunidades de vecinos con o sin bronca.
Decía el profesor López Aranguren, represaliado por el Régimen (de Franco) tras su apoyo a las revueltas estudiantiles, que lo peor de las rígidas y temidas Leyes Fundamentales no era su contenido, sino que se promulgaban con la intención de no respetarlas.
El filósofo abulense no entraba en si se habían elaborado en Chicote, la Almudena o la Carrera de San Jerónimo. Pero denunciaba que el peor legado, entonces de la Dictadura, es alumbrar normas como una ortopedia formal que agota su eficacia en la creación de una apariencia de legalidad. Y acostumbrar al ciudadano a no cumplirlas.
Ahora que el Gobierno sufre para aprobar leyes con sus socios separatas levantiscos y planea gobernar sin Parlamento, observadores con retranca se preguntan cómo se engendraron durante la pasada legislatura las del ‘Sí es sí’, ‘trans’, bienestar animal, cambio climático y transición energética, vivienda, reforma laboral, amnistía… y buena parte de las 200 normas contando decretos, tan abundantes también cuando el Caudillo.
Visto lo visto, los calientaescaños peperos y voxeros andan peor. Parece que no se las leen ni borrachos. Aunque eliminen cárcel a los asesinos etarras.