Revolución conservadora
Vamos a rebajar el alcance y significado de las palabras. En vez de hablar de revolución podemos decir que el mundo está revolucionado.
Vamos a rebajar el alcance y significado de las palabras. En vez de hablar de revolución podemos decir que el mundo está revolucionado. Aquella imagen de los griegos por la que todo está en orden (cosmos) hay que cambiarla por un mundo en desorden, en movimiento como hacen los pensadores renacentistas. Los jóvenes de hoy no piensan ni cuentan con un mundo quieto, estable. Revolucionado en los conceptos. Está revolucionado el orden jurídico, las leyes. Se incumplen y se desprecian las convicciones y las normas constitucionales. La revolución antropológica de los instintos, deseos, tendencias del hombre hacen posible que todo cambie. Pero no cambia el mundo, el que cambia es el hombre. La antropogénesis (impulsos, tendencias) lleva a la sociogénesis (usos y costumbres). No estamos en una etapa de cambio sino en un cambio de etapa.
La expresión “revolución conservadora” arranca en la etapa de la República de Weimar. Hoy como entonces, parece que vivimos en una guerra cultural donde las ideas y los intelectuales conservadores parecen no tener espacio y se les niega el derecho a expresarse y ser mensajeros de la razón. Sólo merece difundirse la revolución y la cultura de izquierdas. La revolución no es patrimonio de la izquierda bolchevique. Por otra parte, la revolución conservadora no es antidemocrática ni contrarrevolución. Después de la II Guerra Mundial, entre totalitarismos y militarismos de la Unión Soviética, fascismos y nacionalismos, nazismos, la única revolución conservadora fue la democracia cristiana que superó en Europa todos los extremismos en uno y otro sentido. La metamorfosis del marxismo que se refugia en el populismo, están obligando ha renacer valores conservadores sin revolución.
Estamos en una situación muy parecida a aquella. La debilidad de los partidos tradicionales está siendo aprovechada por grupos de extrema izquierda y antisistema para desprestigiar el tejido constitucional. Frente a ello, no cabe más que construir la relación del ciudadano con el Estado mediante el fortalecimiento de fuertes vínculos constitucionales. Muchos ciudadanos vinculan la creación de un orden nuevo pacífico en Europa con la creación de Estados democráticos. Hoy como entonces, no se puede formar gobiernos. Por ahí se comienza a morder la democracia. Hay mucho sentimiento antidemocrático y aparece, como decimos, la debilidad de las democracias. Los que creen que grupos extremistas y populistas van a terminar con el paro, están muy equivocados. Ya tenemos ejemplos ribereños. Es el tiempo de las promesas y de las propuestas.