Rezar en los aeropuertos
01/10/2010 - 09:45
El comentario
FERNANDO ALMANSA, Periodista
Cuando el tiempo me lo permite, me gusta visitar los lugares de oración que muchos aeropuertos tienen a disposición de los pasajeros. Estos lugares de oración, llamados de mil maneras diferentes según el país y aeropuerto, dicen mucho sobre la importancia o no que la oración tiene en cada sociedad, y en otros casos dice mucho, (o muy poco) de los diseñadores, arquitectos y planificadores del aeropuerto.
El viejo aeropuerto de Bruselas, tenía diversas capillitas, para algunas de las principales confesiones cristianas, una pequeña sinagoga y una pequeña mezquita. Pero semejante multiplicidad pertenece a un diseño ya superado, la tendencia actual es hacer espacios comunes de oración para todo tipo de creyentes y religiones.
Algunos de estos espacios, no son más que una sala con alfombra y una estantería con los más importantes libros sagrados desde el Corán a La Biblia pasado por La Torá o los grandes escritos budistas; todo ello en una Babel idiomática. En otros lugares imágenes abstractas decoran la sala, para que en el pensamiento abstracto, cada uno figure a su divinidad. En otros como en la nueva Terminal 4 de Barajas, hay una capilla convencional católica y enfrente la sala multiconfesional.
Algo en común, en la gran mayoría de aeropuertos es la ubicación de estos lugares de oración, casi siempre e inevitablemente en lugares marginales y al lado de cuartos de baño. Algo bastante absurdo e inapropiado, pero se ve que le tema de rezar o meditar en los aeropuertos no cuenta con suficiente demanda ni interés. Se entiende en una sociedad con prisas, y laica, pero se entiende menos si se considera la enorme cantidad de tiempo que se pierde en los aeropuertos; las muchas reflexiones que vagan por las cabezas de los pasajeros, en sus despedidas, sus añoranzas, su lejanía de lo querido o la esperanza del reencuentro. Muchos pensamientos que se cruzan en una línea existencial y profunda, que muchos agradecerían poderla trascender en espacios más propios de la meditación y la oración. Pero los espacios y el tiempo del aeropuerto son para comprar, y consumir.
Escribo este artículo, desde la novísima Terminal 5 del aeropuerto de Heathrow, Londres. En frente de mí un llamativo indicador amarillo que reza: Toilets y debajo Multi-faith room, que así es como han decidido llamar aquí al espacio de oración. Espacio al que no he podido ni entrar. Apenas más grande que un armario trastero, y sin mayor decoración o motivo inspirador que la pantalla de los vuelos anunciando en activo movimiento electrónico los vuelos que salen desde esta Terminal. Y allí en el suelo sobre sus alfombrillas perfectamente orientadas a la Meca, tres hombres y dos mujeres musulmanas rezan sus oraciones. Una mujer de corte occidental, espera que haya sitio para entrar a rezar ante el ídolo lumínico aeroportuario, y yo desisto, ante semejante marginación de espacios.
Entro al baño y entre lavabo y lavabo, urinario y water, puedo pasearme y dar volteretas entre mármoles e iluminaciones difusas. Something is wrong here! Pienso. Se nos ha ido la pinza.
Mejor no tener multi-faith rooms, que tener estos armarios roperos y justificar que se atienden los deseos de los pasajeros.
Algunos de estos espacios, no son más que una sala con alfombra y una estantería con los más importantes libros sagrados desde el Corán a La Biblia pasado por La Torá o los grandes escritos budistas; todo ello en una Babel idiomática. En otros lugares imágenes abstractas decoran la sala, para que en el pensamiento abstracto, cada uno figure a su divinidad. En otros como en la nueva Terminal 4 de Barajas, hay una capilla convencional católica y enfrente la sala multiconfesional.
Algo en común, en la gran mayoría de aeropuertos es la ubicación de estos lugares de oración, casi siempre e inevitablemente en lugares marginales y al lado de cuartos de baño. Algo bastante absurdo e inapropiado, pero se ve que le tema de rezar o meditar en los aeropuertos no cuenta con suficiente demanda ni interés. Se entiende en una sociedad con prisas, y laica, pero se entiende menos si se considera la enorme cantidad de tiempo que se pierde en los aeropuertos; las muchas reflexiones que vagan por las cabezas de los pasajeros, en sus despedidas, sus añoranzas, su lejanía de lo querido o la esperanza del reencuentro. Muchos pensamientos que se cruzan en una línea existencial y profunda, que muchos agradecerían poderla trascender en espacios más propios de la meditación y la oración. Pero los espacios y el tiempo del aeropuerto son para comprar, y consumir.
Escribo este artículo, desde la novísima Terminal 5 del aeropuerto de Heathrow, Londres. En frente de mí un llamativo indicador amarillo que reza: Toilets y debajo Multi-faith room, que así es como han decidido llamar aquí al espacio de oración. Espacio al que no he podido ni entrar. Apenas más grande que un armario trastero, y sin mayor decoración o motivo inspirador que la pantalla de los vuelos anunciando en activo movimiento electrónico los vuelos que salen desde esta Terminal. Y allí en el suelo sobre sus alfombrillas perfectamente orientadas a la Meca, tres hombres y dos mujeres musulmanas rezan sus oraciones. Una mujer de corte occidental, espera que haya sitio para entrar a rezar ante el ídolo lumínico aeroportuario, y yo desisto, ante semejante marginación de espacios.
Entro al baño y entre lavabo y lavabo, urinario y water, puedo pasearme y dar volteretas entre mármoles e iluminaciones difusas. Something is wrong here! Pienso. Se nos ha ido la pinza.
Mejor no tener multi-faith rooms, que tener estos armarios roperos y justificar que se atienden los deseos de los pasajeros.