Ríos de solidaridad

18/03/2011 - 00:00 Esther Esteban

Ya podemos dormir tranquilos. Ahora que sabemos que el Guadalquivir es español y no sólo andaluz y el Duero no es propiedad privada de los castellanoleoneses las cosas vuelven a su cauce natural... La decisión del Tribunal Constitucional sentenciando que, a pesar de los despropósitos previstos en algunos estatutos de autonomía, las cuencas de nuestros ríos son de competencia estatal refuerza el principio de unidad de cuenca, algo, por cierto, nada novedoso, que quedaba perfectamente recogido en nuestra Constitución. Esto de blindar los ríos, que fue un invento que hizo correr ríos de tinta, la pasada legislatura, no sólo fue una reivindicación nacionalista sino que se contagió y ¡de que manera! a otras comunidades que vieron la oportunidad de decidir sobre la gestión del agua que pasa por allí. Y ya se sabe que a río revuelto... ganancia de pescadores y fueron muchos los que tiraron su caña para "pillar" lo que fuera. En el caso de Andalucía, el Pleno del Tribunal Constitucional ha decidido, por unanimidad, anular por su inconstitucionalidad el articulo 51 del estatuto de autonomía que reconocía competencias exclusivas sobre el Guadalquivir. Igualmente ha anulado el artículo 75-1 del estatuto de Castilla y León que asumía competencias sobre el Duero. Lo que el tribunal dice es simple y llanamente que es el Estado quien tiene la competencia exclusiva sobre las cuencas que transcurran por más de una comunidad autónoma, admitiendo así el recurso que en su día planteó con toda razón el Gobierno de Extremadura.
    Estos han sido años convulsos, donde el concepto de España como Nación ha sido algo, en palabras del mismísimo presidente del Gobierno, cuestionado y cuestionable. Y de aquellos polvos han venido estos lodos, donde el patriotismo era un demérito y ser patriota una especie de estigma de deshonor, sinónimo de carca. Los nacionalistas han ganado la partida en muchas ocasiones, de tal forma que cualquier apelación al concepto de España era entendida como un avance del centralismo, más propio de otros tiempos que del Estado de las autonomías que nos dimos ya en Democracia. El agua ha sido a lo largo de la historia motivo de enfrentamiento precisamente porque es nuestra mayor riqueza. Yo soy de una tierra, Castilla-La Mancha, donde sabemos bien lo que significa la generosidad con nuestros vecinos y me es muy difícil entender que alguien prefiera que el agua sobrante vaya al mar antes de compartirla con la de al lado. La solidaridad interterritorial no es fácil y más cuando nuestros políticos utilizan siempre los perfiles mas insolidarios. El agua es de todos y por eso era tan necesario un Plan Hidrológico que, pese a estar consensuado, no llegó a ver la luz por la miopía partidista de Zapatero. Si ese plan se hubiera ejecutado nos habríamos evitado muchísimas escenas vergonzosas que sólo han venido a desvirtuar el espíritu y la letra de nuestra Constitución y sobre todo a hacernos más difícil la convivencia. Afortunadamente, el TC ha puesto las cosas en su sitio.
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