Rubalcaba: correcta estrategia, mala escenificación

11/01/2011 - 00:00 Fernando Jáuregui

Sorprende que alguien tan experimentado como Alfredo Pérez Rubalcaba proceda a una tan burda escenificación de la reacción oficial tras hacerse público un comunicado de ETA cuyo tenor, casi literal, aseguran que el Gobierno conocía desde hace tiempo. El vicepresidente, ministro del Interior y ex ministro de tantas cosas, acaso uno de los servidores del Estado que mejor domina los tejemanejes y las cañerías del mismo, compareció en una 'rueda de prensa' de cuatro minutos, en la que no se permitieron las preguntas de los muchos informadores que habían acudido a la convocatoria atraídos por el indudable 'sex appeal' de la noticia: por fin, la banda terrorista había parido el tan esperado comunicado 'de tregua', un comunicado que, desde mi punto de vista, y manteniendo todas las reservas, constituye un cierto avance sobre lo que había. Comprendo, no obstante, las cautelas informativas del Gobierno y su prudencia a la hora de la reacción ante el texto, sin duda decepcionante, pero creo que positivo al fin, redactado por los etarras. Me parece digno de aplauso que, a las diez horas de conocerse este comunicado, fuesen detenidos dos terroristas que no parecen precisamente militar en las filas menos significativas de la banda. Hacía falta un gesto de firmeza, y ya se ve que Rubalcaba puede mostrar tales gestos cuando conviene, sin que esto, ojo, quiera decir nada más de lo que estoy diciendo: que el jefe de las fuerzas de Seguridad tiene un envidiable y respetable control sobre las alcantarillas en las que se mueven los promotores del terror. Ahora, al Estado -que no es solamente el Gobierno, recordémoslo- le toca utilizar el palo y la zanahoria, y pocos como el vicetodo saben, por lo que hemos visto hasta ahora, hacerlo. Pero, como periodista, y como ciudadano, no puedo sino repudiar esta utilización de los medios y de quienes los encarnamos: llamar a los 'chicos de la prensa' para que, dócilmente, pongan sus micrófonos y cámaras al servicio del comunicado oficial, sin que les quepa tratar de satisfacer su obligada curiosidad, me parece un desprecio a una profesión que puede que en otros países sea considerada el cuarto poder, pero que aquí, ya se ve, está resultando cada día más degradada.