Rubalcaba y Rajoy, mejor ellos mismos
15/10/2011 - 18:20
Los equipos electorales de los candidatos, ambos dirigidos por mujeres, trabajan a destajo. Entre los asuntos pendientes de dilucidar está el obligado cara a cara entre Rajoy y Rubalcaba.
Teniendo en cuenta la que tenemos encima, bien podría pensarse que este asunto, el del debate, es algo secundario. Pero no. De secundario nada. Si hay alguna negociación dura y pijotera entre ambos equipos es precisamente el cómo celebrar el encuentro.
Se miden de manera escrupulosa los tiempos, los planos, los trajes, el color de las corbatas, si debe o no haber mesa, como deben ser las sillas o si es mejor taburetes que dan aire de más libertad. A los candidatos se les aconseja como sentarse, como mover las manos -si es que hay que moverlas- cuando mantener la mirada... en fin, que, al final, preparar un cara a cara es hacer encaje de bolillos cuando lo único importante es que se celebre en igualdad de condiciones.
Si algo ha merecido numerosos comentarios es la idea, lanzada no sé por quien, de poner fundas en los dientes del candidato socialista. Es como una broma a la que, con buen criterio, Rubalcaba se ha negado en redondo.
A Rajoy hay también quien le sugiere que debe ir más desenfadado y que su barba debería ser revisada. ¿Se imaginan al candidato popular con vaqueros y camiseta aunque sea de firma?. Bien está el cuidar la imagen pero hay pretensiones absurdas.
Los dos adversarios tienen ya una personalidad muy marcada, un estilo reconocible y a estas alturas de sus respectivas vidas y trayectorias lo mejor que pueden hacer es ser ellos mismos. No hay que inventarles y mucho menos reinventarles.
Han llegado a donde han llegado porque son como son. Pretender, en aras de la imagen, que Rubalcaba sea "Alfredo" o que Rajoy deje de ser "Mariano" supondría una impostura que , además, no les daría un voto.
Bastante tienen encima como para que les vengan con cuestiones de espejo. Rubalcaba "por responsabilidad con mi país y con mi partido" está recorriendo un camino de hielo por el que transita con una extraordinaria presencia de ánimo y Rajoy, ¡ay Rajoy!.