Saber superarse, saber vivir


Es muy cierto que más importante que la misma realidad es la manera que cada uno tiene de afrontar esa realidad. Una desgracia, por ejemplo, no es la misma para quien la acepta y procura superarla.

Estamos viviendo tiempos de angustia e inseguridad a causa de las circunstancias tanto reales como hipotéticas que nos amenazan. Si malo es el presente que tenemos delante, no es mucho mejor el futuro que nos espera, y no solo por lo que se refiere a nuestra salud, sino también por la situación económica que se avecina. La verdad es que no corren buenos tiempos para el optimismo y la alegría. En consecuencia, la acedia se está apoderando de nosotros. Junto a la pandemia que veníamos arrastrando desde hacía dos años ha surgido la erupción del volcán en La Palma y la amenaza de un gran apagón que afectará a toda Europa.

Ante este panorama podemos adoptar dos posturas distintas: aceptar o no querer aceptar. Podemos seguir el camino de la resignación o el de la queja y la protesta inútil. Todo depende de nuestra actitud ante la vida. Es muy cierto que más importante que la misma realidad es la manera que cada uno tiene de afrontar esa realidad. Una desgracia, por ejemplo, no es la misma para quien la acepta y procura superarla, que para quien grita, protesta y se desespera. Son de admirar esas personas que, ante cualquier problema grave, buscan pacientemente soluciones y tratan de superarlo del mejor modo posible. Por el contrario, son dignos de compasión quienes pierden el control de sí mismos y lo único que consiguen es empeorar las cosas.

Cada uno es libre de aceptar, o de no aceptar, lo malo que le acaba de ocurrir, pero hemos de reconocer que aceptarlo es prueba de sensatez, sobre todo cuando no está en sus manos el poder cambiar las cosas. ¿Está en nuestras manos el poder detener esta pandemia? ¿Lo está el detener la erupción del volcán “Cumbre Vieja”? ¿Lo está el evitar ese pronosticado gran apagón que paralizará toda Europa?... Ante los hechos inevitables parece que lo sensato es aceptarlos.

Pero conviene destacar que aceptar una adversidad no significa cruzarse de brazos, mirar hacia otro lado o echarse a dormir. Al contrario, aceptar debe significar buscar soluciones al problema, tratar de superar la nueva situación y minimizar las consecuencias del mal surgido; en definitiva, debe significar adoptar una actitud positiva y práctica. Podemos afirmar, por tanto, que saber superar un obstáculo o una adversidad es saber vivir. Es correcto decir, pues, que no aprendió a vivir quien no aprendió a aceptar y a superar los contratiempos y las situaciones adversas que la vida le depara. La primera lección del arte de saber vivir es aprender a aceptar y a superar los momentos difíciles de la vida.

Pero es lo cierto que para poder aceptar y superar los momentos difíciles es preciso antes haber aprendido a aceptarse y a superarse a uno mismo, tarea bastante más difícil de lo que cabe suponer. Quien aprendió a superarse a sí mismo tiene mucho camino recorrido para poder superar las contrariedades que le surjan en la vida. Ahora bien, es conveniente saber que tal aprendizaje no resulta fácil ni cómodo; al contrario, requiere un serio esfuerzo.

Precisamente, el esfuerzo siempre fue considerado como la clave para superarse a sí mismo y también para poder superar las adversidades que nos surjan. Incluso padres y profesores nos inculcaron que el esfuerzo personal era el mejor medio para triunfar en la vida. Sin embargo, aunque es verdad que el esfuerzo es imprescindible para superarse y para tener éxito en la vida, también lo es que él solo no basta para lograrlo. Existen otros muchos factores (suerte, recomendaciones, nivel socioeconómico familiar, presencia física, saber buscar el momento oportuno, etc.) que son los que a la postre determinan el triunfo o el éxito en la vida.

En este sentido, es interesante recordar el libro de Cristina Morales, titulado Lectura fácil, ganador del Premio Nacional de Narrativa 2019. En él se sostiene, en contra de lo que se decía, que el esfuerzo y las ansias de superación no son suficientes para triunfar en la vida. Una de las cuatro protagonistas de la obra asegura que “el espíritu de superación es el eslogan urdido por el departamento de marketing del darwinismo social para hacernos creer en el esfuerzo como medio de la consecución de la felicidad”… Es muy cierto que por mucho que nos esforcemos y nos superemos hay cosas que no podemos cambiar, porque no dependen de nosotros. Pero de estas cosas que no podemos cambiar suele depender nuestro triunfo en la vida e incluso nuestra felicidad.