Sagrada Familia

23/12/2010 - 00:00 José Sánchez González

A pesar del empeño de algunos en devaluar la institución familiar, llamada tradicional, como algo perteneciente al pasado o, cuando más, compatible con otro tipo de uniones o asociaciones, llamadas también “familia”, es necesario volver a poner los ojos en la familia, tal como  Dios la creó y, sobre todo, tal como Él la quiso, al escoger la familia de Nazaret y formar parte de ella.
    El modelo de la familia de Nazaret no ha pasado de moda, cuando Dios la escogió como forma de vida para su Hijo, como no ha pasado ni pasará de moda la humanidad, en la que el Hijo de Dios se ha encarnado. Este tipo de familia tiene un pasado glorioso, tiene “tradición” no es de ayer. En ese sentido es tradicional. Tiene un presente muy actual y de nuestro tiempo, por más que algunos se empeñen en descalificarla como “la familia tradicional” en el sentido negativo de pasado superado. Y tiene futuro. La familia tiene futuro y el mundo tiene futuro con la familia. La familia es la esperanza del mundo.
    Este fue el mensaje del Papa Benedicto XVI, durante el Angelus, delante del templo de la Sagrada Familia en Barcelona, el  pasado día 7 de Noviembre. Y este es el mensaje y el lema de la Jornada de la Familia en este año 2010 para este domingo, día de su fiesta en nuestra Iglesia en España y en nuestra diócesis: “La familia, esperanza de la humanidad”.
    Para que este lema, esta afirmación y este deseo se conviertan en realidad, hemos de volver los ojos a la familia de Nazaret, como nos invitaba el Papa Pablo VI, sen su Visita Apostólica Nazaret, el día 5 de enero de 1964, para aprender a “observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios…” Aprenderemos la triple lección del silencio, de la vida familiar y del trabajo.
    Ante el panorama actual de la familia y del trato que recibe en determinados ambientes, en determinados medios de comunicación y por parte de determinadas leyes, se impone que cada uno y todos cultivemos y fomentemos la vida y la misión de la auténtica familia, que nos ayudemos mutuamente a través de las asociaciones y movimientos familiares y que nos formemos y ayudemos a formar a las futuras generaciones de familias para que, viviendo ejemplarmente la vida familiar en nuestros hogares, aportemos, con la palabra, con el testimonio y con la acción social y política, los elementos necesarios para el establecimiento de unas leyes justas que coloquen a la familia en el lugar que le corresponde, fomenten y favorezcan el matrimonio y la familia y ayuden a las familias en dificultad.