Sangre, sudor y lágrimas: el Reto Solidario Adace cumple su objetivo
José Carlos de la Cruz y César Trijueque completan los 2.027 kilómetros del Camino del Cid.
Sangre, sudor y lágrimas. Fueron los tres sustantivos que utilizó Churchill, en un ya histórico discurso en el que preparó a su pueblo para luchar contra la Alemania nazi. Tres palabras que también ha hecho suyas nuestro protagonista, José Carlos de la Cruz.
El pasado domingo, 26 de junio, hacía su entrada en Azuqueca, junto a su compañero de andanzas, César Trijueque y el resto del equipo que les ha acompañado durante diez días. Diez intensos días, en los que han recorrido en bicicleta 2.027 kilómetros, siguiendo la ruta del ‘Camino del Cid’ entre Burgos y Orihuela (Alicante).
La aventura llevaba el nombre de Reto Solidario Adace CLM y con ella estos héroes pretendían dar visibilidad a esta discapacidad que afecta a cerca de medio millón de personas en España.
Aunque el proyecto requirió de varios meses de preparación, la andadura arrancó el pasado 17 de junio, desde Vivar del Cid, abriendo así una ruta histórica que sigue las huellas del mítico caballero medieval.
Tras diez intensos días, estos valientes lograron arribar a Azuqueca con el objetivo cumplido. Ese momento, el del reencuentro con sus familiares y amigos fue toda una fiesta. Abrazos, felicitaciones y lágrimas, muchas lágrimas de felicidad.
Pero para llegar ahí, De la Cruz y Trijueque han tenido que superar todo tipo de obstáculos físicos y mentales. “Este es un reto muy físico, pero el factor psicológico es fundamental, es el más importante; había momentos en los que la cabeza te decía que no podías seguir”, comenta José Carlos y recuerda cómo tras la tercera etapa se presentó tal vez el momento más crítico de todo el camino: “Tenía rozaduras en el glúteo, debido al roce del culote y el sillín, pero terminé esa etapa, aunque la del día siguiente fue aún más complicada. Era una etapa larga y en el kilómetro 80 veía como las heridas me estaban matando. En ese momento dije a mi compañero ‘si esto no acaba hoy, yo no termino‘ y en Calamocha me vi obligado a pasar por un centro de salud”.
Tras curar sus heridas, profundas y en carne viva, el médico de Urgencias desaconsejó a José Carlos continuar con la aventura. El dolor era intenso y las heridas seguían abiertas, pero había mucho por lo qué luchar y José Carlos volvió a la bicicleta. Y así un día y otro y otro...
“La cabeza se va donde está el dolor y es difícil controlarlo. Sufrí mucho, pero al final, entre todos, consigues terminar”, comenta. Pero ¿qué es lo que impulsaba a estos valientes a seguir? José Carlos lo tiene claro: “Cada día nos empujaba a continuar todo lo que recibíamos, los ánimos de la gente, de los propios usuarios de Adace... pensábamos en el día de la llegada, pero sobre todo, nos daba ese empuje que nos hacía falta los mensajes y los ánimos y las visitas que hemos tenido. Había etapas en las que se nos unía alguien y nos acompañaba un ratito dando pedales. También nos impulsaba a seguir el equipo que nos acompañaba, No podíamos dejarles ahí y teníamos que continuar por ellos”.
La dureza
Los componentes de este reto solidario se han encontrado en esos diez largos días todo tipo de obstáculos, con un viento fortísimo que les complicaba cada jornada, con tormentas que aparecían por la noche, a la hora del descanso y que les hacía levantarse al día siguiente con la incertidumbre de saber cómo estaría el terreno. Y es que han atravesado carreteras en muy mal estado, pero lo que no se imaginaban era el pésimo cuidado que tenían algunos caminos de la llamada vía verde. “A veces nos obligaba a modificar el recorrido”, apunta José Carlos e incide en que “hemos visto zonas muy mal cuidadas, sin mantenimiento y sin actualizar, algo que no es muy propio para este camino”.
La llegada
Diez días después y con esos más de 2.000 kilómetros la expedición recibía la ovación y el reconocimiento en su casa, Azuqueca. Se ponía el punto final a una aventura que ha cumplido con creces su objetivo.
“El objetivo de este reto y por lo que hemos hecho todo esto, se ha conseguido. No era llegar a Azuqueca y cubrir esos más de 2.000 kilómetros, nuestro objetivo era dar visibilidad a Adace (Asociación de Daño Cerebral Sobrevenido) y a esta discapacidad y recoger la máxima recaudación para ellos, y todo eso lo hemos logrado. Hemos dado visibilidad y próximamente se hará un acto en el que se informará de la recaudación total y así se cerrará de forma oficial el reto”, destaca De la Cruz y añade que “cuando haces esto no piensas en tí, piensas en la gente, el porqué lo haces y si está en tu mano ayudar, y si se puede hacer, hay que hacerlo. En este caso, nadie nos dice que nos vaya a afectar en algún momento esta discapacidad”.
Ahora es el momento de descansar física y mentalmente y tal vez también, el momento de ir pensando en nuevos retos. “Hay que dejar pasar un tiempo. Consideramos que esto tiene mucha preparación y eso psicológicamente agota, pero cuando pase el tiempo y si te proponen cosas, igual te lanzas...”, concluye José Carlos de la Cruz.