¡ Se acabó la partida de Monopoly!
01/10/2010 - 09:45
EL COMENTARIO
FERNANDO ALMANSA. Periodista
Cuando era chico, me encantaba jugar con mis hermanos al Monopoly (entonces llamado El Palé). Me gustaba tanto que fui aprendiendo poco a poco las estrategias para comprar y vender con el máximo de ganancias; también descubrí las reglas probabilísticas que rigen el juego de los dados dobles y con ello identifiqué las calles más rentables, con lo que conseguí enormes ventajas frente a mis compañeros de juego.
Todo ello desembocó en un éxito tan rotundo en las partidas, que acabó con el juego mismo, el día que mis hermanos se plantaron porque estaban hartos de perder ante mis técnicas refinadas, crueles y abusivas, aunque dentro del reglamento. Desde aquel día no he vuelto a jugar al Monopoly porque se acabó el interés de los demás de jugar en un entorno tan asfixiante.
La crisis financiera mundial, no requiere de grandes académicos que la expliquen ni premios Nobel de economía que diserten sobre el tema; es tan simple como el juego del Monopoly y el abuso y explotación de sus reglas, sin entender que lo que importa es que todos jueguen y que el fin del juego se produce cuando alguien se queda con toda la pasta. Y esto es, en resumidas cuentas lo que ha ocurrido a nivel mundial, unos listos sin escrúpulos han ido imponiendo reglas de juego a su favor mientras los demás nos las teníamos que tragar sí o sí, y han ido acumulando la riqueza de los demás en sus propios bolsillos de forma inmoral pero desgraciadamente en muchos casos legal.
Los multimillonarios de los últimos años, no son sino aprovechados del sistema que han metido en sus arcas lo que han sacado a golpe de especulación, comisiones e hipotecas a cientos de miles de personas.
Pero el problema actual de la economía tiene dos grandes componentes: de una parte la falta de liquidez del sistema, porque el líquido no fluye por que se ha acumulado en fosas sépticas bien protegidas por unos pocos.
Por otra parte la economía aunque con menos crédito sigue adelante, porque la riqueza no es sino la transformación del trabajo y la explotación de recursos, y esto está vigente y sigue siendo posible, si bien el miedo que atenaza a la sociedad está generando un parón también en el intercambio de bienes y servicios, aún cuado una parte de estos se puedan realizar sin grandes necesidades de crédito.
Los gobiernos hacen mal en inyectar liquidez en esta fontanería oxidada y corroída que cada vez filtra a mayor velocidad el dinero hacia las aguas negras de los especuladores financieros. Con ello lo único que se está consiguiendo es vaciar más la capacidad de los ciudadanos y la capacidad de inversión pública real.
La partida se ha acabado, o al menos una parte de ella, porque alguien se ha quedado con todo el dinero de los demás. La cuestión ahora es: ¿Querrán los ciudadanos volver a echar otra partida en estas condiciones, o le daremos la espalda al sistema financiero, como me ocurriera a mi gracias a mi refinada técnica de juego?
La crisis financiera mundial, no requiere de grandes académicos que la expliquen ni premios Nobel de economía que diserten sobre el tema; es tan simple como el juego del Monopoly y el abuso y explotación de sus reglas, sin entender que lo que importa es que todos jueguen y que el fin del juego se produce cuando alguien se queda con toda la pasta. Y esto es, en resumidas cuentas lo que ha ocurrido a nivel mundial, unos listos sin escrúpulos han ido imponiendo reglas de juego a su favor mientras los demás nos las teníamos que tragar sí o sí, y han ido acumulando la riqueza de los demás en sus propios bolsillos de forma inmoral pero desgraciadamente en muchos casos legal.
Los multimillonarios de los últimos años, no son sino aprovechados del sistema que han metido en sus arcas lo que han sacado a golpe de especulación, comisiones e hipotecas a cientos de miles de personas.
Pero el problema actual de la economía tiene dos grandes componentes: de una parte la falta de liquidez del sistema, porque el líquido no fluye por que se ha acumulado en fosas sépticas bien protegidas por unos pocos.
Por otra parte la economía aunque con menos crédito sigue adelante, porque la riqueza no es sino la transformación del trabajo y la explotación de recursos, y esto está vigente y sigue siendo posible, si bien el miedo que atenaza a la sociedad está generando un parón también en el intercambio de bienes y servicios, aún cuado una parte de estos se puedan realizar sin grandes necesidades de crédito.
Los gobiernos hacen mal en inyectar liquidez en esta fontanería oxidada y corroída que cada vez filtra a mayor velocidad el dinero hacia las aguas negras de los especuladores financieros. Con ello lo único que se está consiguiendo es vaciar más la capacidad de los ciudadanos y la capacidad de inversión pública real.
La partida se ha acabado, o al menos una parte de ella, porque alguien se ha quedado con todo el dinero de los demás. La cuestión ahora es: ¿Querrán los ciudadanos volver a echar otra partida en estas condiciones, o le daremos la espalda al sistema financiero, como me ocurriera a mi gracias a mi refinada técnica de juego?