Se nos va de las manos el Deporte Escolar

27/01/2016 - 16:37 Jon Parra

Con el paso de los años y la experiencia acumulada en los banquillos, en mi caso en el fútbol sala (28 años de edad y 12 de ellos de entrenador), veo que cada generación que llega es peor que la anterior. Los niños en esencia son iguales, han llegado al mundo y nadie ha nacido aprendido. Deben ser educados en unos valores, tanto en casa, como en el colegio, en el deporte, etc. Lo que se siembra hoy es lo que recogeremos mañana, y en muchos casos no nos damos cuenta de los valores positivos que presenta la práctica deportiva. El problema llega cuando desde algunas casas en vez de reforzar esos valores se tiran abajo, intentando hacer ver que para ganar un partido ‘todo vale’, y el mensaje con el que los niños salen de su hogar es acudir a cada encuentro de Deporte Escolar con la presión de vencer, como si fuera la vida en ello.

            El cocktail que se forma es terrible, ya que al final en muchas casos los chicos acabarán abandonando el deporte formativo, hartos de ir presionados. En esta etapa, que va desde los 3 años que entran al colegio hasta los 15 que terminan el Deporte Escolar, la única responsabilidad de los padres debe ser propiciar que los niños hagan deporte, preocupándose de que se diviertan y adquieran una cultura deportiva. Lo que se está haciendo, y cada vez de peor forma, es confundir los términos. Cada partido de Liga es una final de Copa de Europa, cada error cometido es en ocasiones machacado hasta la saciedad en el hogar, criticar a los compañeros de equipo, árbitros y entrenador es lo más habitual. Los niños son perfectos y su alrededor no. Es el mayor error que se puede cometer. Lo más lamentable es que esto pasa también en el colegio, cada vez la labor del profesor se desprestigia más, igual que la de los monitores ya que dentro de muchos padres hay un entrenador que es ‘mejor’ que el de la pista, dando órdenes desde la banda y protestando todo al árbitro, volviendo loco al niño, ya que no sabe a quién hacer caso y busca la aprobación continua de su progenitor para que no le caiga luego una buena bronca del mismo. Nadie es perfecto, hay que hacer entender a los chicos que no hay enemigos, sino rivales. Que el árbitro es humano, igual que ellos, y se puede equivocar, porque también muchos chavales están empezando en el arbitraje y hay que ayudarles. Y que deben apoyar al compañero para que cada día sea mejor, en vez de recordarle que no tiene cualidades para el deporte, para al final seguir trabajando y construir un equipo en el que todos sean importantes.

            La labor de los monitores también es vital, dando ejemplo y siendo en muchas ocasiones más educador que entrenador. Para llevar un grupo de niños existe el concepto erróneo de que lo puede hacer cualquiera y por ello hay mucho intrusismo profesional de gente no cualificada. Eso no debe ser así, ya que aparte de tener conocimientos del deporte en cuestión hay que tener psicología, saber gestionar el grupo, primeros auxilios y corregir las actitudes negativas de los chicos. Todo ello a veces es imposible, ya que desde casa o desde la grada (muchas veces inconscientemente y/o por cabezonería) se tira por tierra el buen trabajo de los monitores de deporte base. Pese a esto no les quepa duda de que no dejaremos que los errados nos ganen esta batalla.