
Sedición
31/10/2015 - 23:00
No voy a añadir nada nuevo a lo mucho que se está diciendo estos días contra la decisión del Parlamento catalán, pero me sentiría disconforme conmigo mismo como español y periodista si no afirmara una vez más desde este modesto rincón provinciano que es intolerable la sedición que se está viviendo en Cataluña, ante la cual todos debemos estar con el Gobierno. Algo obvio, que debería ser secundado por todos los partidos, aunque siempre hay alguno que da la nota manteniendo el recurso del diálogo como única solución, pese a sus nulos resultados con quienes no quieren escuchar. Y no faltará el que califique de electoralista cualquier decisión, a no ser que Rajoy levante los brazos y se rinda como en las películas del far-west. Y si tuviera que recurrir al artículo 155 lo menos que le llamaría la oposición es facha y franquista, cuando, si fueran partidos verdaderamente democráticos y con sentido de Estado, formarían piña con él para apoyarle. No me extrañaría, incluso, que algún politiquillo, de los que nunca llegarán a formar gobierno, lanzara la insidia de que Rajoy había provocado ahora este estallido separatista para recuperar votos como adalid de la unidad de las tierras de España. Rajoy tendrá que mantener el equilibrio entre el Scylla de su mantra de indeciso y parapoco y el Carybdis de ser calificado de antidemocrático y dictador, cuando lo que le caracteriza es la moderación y el rechazo de las medidas radicales, lejos de los sabios de barra de bar que todo lo resolverían en media hora. A muchos asustan las decisiones que el artículo 155 permitiría tomar porque dicen que nunca se habían aplicado aunque lo cierto es que, si bien este artículo como tal no existía entonces, sí se recurrió en 1934 a las medidas que se permiten en él. Y fue cuando con motivo de la declaración del Estado Catalán por el presidente Companys el Gobierrno republicano reaccionó de manera fulminante declarando el Estado de Guerra el capitán general de Cataluña, general Batet, y recurriendo al Ejército. Como fue recibido a tiros desde la Generalidad, los soldados contestaron a cañonazos, puesto que eran de Artillería, la Autonomía fue suspendida y Companys detenido y encarcelado. Corrió la sangre, por tanto, y no hubo más porque el capitán general de Cataluña, prudentemente, dio tiempo para que los sediciosos cedieran. Alguna vez he hablado ya de ello. Se comprende que Mariano Rajoy lo eluda todo lo posible aunque haya muchos que piensen que es lo que merecerían Mas y compañía.