Semana de Pasión

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

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El comentario
FRANCISCO MURO DE ISCAR / Periodista
Las carreteras están llenas y millones de ciudadanos se desplazan hacia el sol y el descanso. Pero para muchos millones de españoles ésta es también Semana Santa, celebración de la resurrección de Cristo. En las iglesias y en las calles se va a ver la religiosidad popular, la fe enraizada en la historia, la cultura religiosa de un país entero. Sin la religión, ni España ni Europa serían lo que son, tendrían la cultura que tienen ni la esencia humanística que lo envuelve todo. La religión católica hizo la Europa que es, aunque algunos intenten cambiarla de arriba abajo. A pesar de los errores, algunos muy importantes, el balance de la Iglesia Católica en Europa y en España es infinitamente positivo.
En todas las esquinas de nuestras ciudades pasarán los pasos o los tronos rodeados de miles de personas. Es bueno que haya un tiempo para la reflexión, para la retrospección interior, ahora que todo es cultura del momento, de usar y tirar, de vivir al día. Los cristianos pasarán del dolor de la crucifixión a la alegría de resurrección, de la esperanza plena. Morir, decía José Luis Martín Descalzo, es “tener la paz, la luz, la casa juntas/ y hallar, dejando los dolores lejos, / la Noche-luz tras tanta noche oscura”.
Pero esta Semana va a ser de Pasión, de intensa pasión para muchos cristianos y especialmente para el Papa Benedicto XVI. El Cristo del Vía Crucis va a pesar como nunca en estos días en los que la Iglesia es agitada por las denuncias, terribles denuncias, de pederastia por parte de algunos sacerdotes, algunos relevantes, y por el silencio que, en ocasiones ha mostrado cierta parte de la Iglesia. Aunque la voz del Papa se ha levantado clara y rotunda, como nunca nadie, tal vez no sea suficiente. Nunca más. Ni una sola vez más. “Mi corazón/ palpita dolor/ aspira dolor, / lo que toco es dolor”, decía la hermana Cristina, monja contemplativa, y esa frase resume hoy el sentir de la Iglesia.
“No tengáis miedo” decía Juan Pablo II a los cristianos en su visita pastoral a España en 2003. “Abrid de par en par las puertas a Cristo”. Y la Iglesia tendrá que hacerlo con limpieza, con honor, con dignidad, pidiendo perdón a cuantos algunos de sus miembros han ofendido, porque ese pecado cometido, tolerado o conocido por sacerdotes es infinitamente grave. Pero sin renunciar a su verdad. Es tanto lo que la Iglesia hace por los más pequeños, por los vulnerables, por los desfavorecidos, por los expulsados, por los que nadie acepta, por los que están privados de libertad, por los que tienen hambre, real e indescriptible, por los que son perseguidos... que hay que borrar el miedo, sea cual sea. Como Manuel Alcántara, “creo en la vida perdurable,/ en la unión de los llantos,/ en el perdón de lo soñado/ y en que después de nuestra muerte/ empezará la Edad de las Repuestas”. Creo en Dios y en su Iglesia a pesar de sus errores. En el Dios del Perdón y del Amor. En lo que celebramos tantos millones de españoles esta Semana Santa.