Semana de silencio

27/03/2021 - 11:25 Antonio Yagüe

Este año el toque de queda acompañará y enmudecerá al toque de tambor,.

El tiempo meteorológico en Semana Santa siempre ha sido una especie de pregunta del millón desde un mes antes. Tirando de cabañuelas, Calendario Zaragozano o previsiones oficiales, que no se mojan hasta que tenemos la lluvia encima de la procesión o Filomena con un tascazo de siete palmos en lugar de “uno o dos, como mucho”. A veces recuerdan sin querer el verso de Labordeta cantando a Aragón “polvo, niebla, viento y sol”. No faltan hombres frikis y desbordantes mujeres del tiempo con la muletilla-resumen del histórico Mariano Medina: “tiempo variable, en el que se alternarán nubes y claros con chubascos puntuales”.

Pese a su estudiada ambigüedad, también fallan. A principios de siglo se suspendieron procesiones en Valladolid por exceso de agua y en Cuenca, por exceso de vino. Lo último predominaba en afamadas celebraciones más profanas que religiosas, como la de Genarín en León, con desfiles en un ambiente festivo que servían como excusa perfecta para que los bares abrieran hasta altas horas de la madrugada y las copas se multiplicasen como peces y vinos en honor a Jesucristo. Ahí también residía el encanto profano de la Semana Santa.

Junto a la limonada, que alteraba lo suyo los Jueves y Viernes santos, proliferaban el sábado en nuestros pueblos las famosas “zongas”. Era el nombre que dábamos a la comilona con que la juventud “celebrábamos” algunas fiestas, a veces improvisadas y no necesariamente de guardar, en las que cada uno aportaba lo que tenía a mano (chuletas, chorizos, sardinas, torreznos…) y vino “cuanto más, más, y cuanto mejor, mejor”, como animaba un viejo organizador. Los extras se pagaban a escote. Más tarde se hicieron comunitarias y con forasteros invitados: una especie de festín de la conversación, la armonía, la alegría, el humor y hasta algún flechazo profundo y correspondido, como decíamos los que nos gustaban las chicas.

Este año el toque de queda acompañará y enmudecerá al toque de tambor, “si el tiempo y las autoridades competentes lo permiten”, como advertían los carteles de las corridas de toros. Es tiempo de silencio. Sin farras ni vetustas carracas y matracas.