Semana Santa de Guadalajara

05/04/2015 - 23:00 Redacción

La UNESCO decidirá si la Semana Santa española pasa a tener consideración de Patrimonio Inmaterial. De momento, en nuestra provincia, varias de sus manifestaciones gozan de distintas figuras de protección como los desfiles procesionales de la capital, considerados de Interés Turístico Regional, o algunas pasiones vivientes que tienen reconocida la condición de Fiestas de Interés Turístico Provincial. Se trata de proteger la cultura e historia de unos lugares en los que son miles las personas que salen a la calle en los días más importantes del calendario cristiano para revivir tradiciones que han tenido lugar de generación en generación. Algunas se han repetido este año por los mismos itinerarios y de forma idéntica a como se hacían siglos atrás. Pero más allá de las catalogaciones, un año más ha vuelto a quedar patente que Guadalajara es una provincia fiel a sus costumbres y de arraigado sentimiento religioso. Las iglesias, abiertas durante más horas de lo habitual (en muchos sitios toda la noche del Jueves al Viernes Santo) han registrado una afluencia masiva de personas para rezar, participar de los actos litúrgicos y admirar los distintos pasos. En la calle, las procesiones y las pasiones vivientes de algunos pueblos han sido seguidas por auténticas multitudes, también por el buen tiempo. Terminada la Semana Santa es hoy, Lunes de Pascua, buen día para reconocer y agradecer el trabajo altruista de quienes organizan y participan en las diferentes procesiones y representaciones de la pasión de Cristo, así como de los sacerdotes que han multiplicado servicios e intentado llegar hasta los más pequeños lugares de nuestra pequeña geografía, esos núcleos casi deshabitados en invierno que vuelven a resurgir con la llegada de la primavera y de estos días de Semana Santa, recuperando celebraciones que hacían antaño. Aunque muchas personas hayan optado por unos días de vacaciones fuera de Guadalajara, otro año más se ha demostrado el cariño a la tradición y al cristianismo que se respira en una tierra puramente castellana.