Señores electores

10/05/2011 - 00:00 Francisco Muro de Íscar

 
Hace años el ingeniero López de Arriortúa, también conocido como "Superlópez", que fue de alguna forma el Leopoldo Abadía del momento, se inventó aquello de "señores trabajadores", una manera de poner en valor el capital humano de las empresas y de decir a los empresarios que detrás de cada obrero había algo más, algo mucho más importante, y que había que pasar más tiempo en las fábricas que en los despachos, abrir los oídos y dar voz a quienes eran los protagonistas del proceso industrial. López de Arriortúa protagonizó una de las más exitosas carreras de un ejecutivo español, que terminó con la batalla entre General Motors y Volkswagen, con acusaciones de espionaje incluidas. Arriortúa pensaba que se podía ahorrar mucho dinero en materiales en la fabricación de un coche. Así que cogió uno de su fábrica y alquiló los del modelo similar de otros ocho fabricantes. Los despiezó uno por uno, colocó asientos con asientos y rueda con rueda y analizó las diferencias.
  Luego llamó a los trabajadores y les invitó a hacer sugerencias que permitieran ahorros comparando su coche y los de la competencia. En una semana, los trabajadores presentaron 25.000 propuestas, que enviaron a la matriz de la fábrica en Alemania. Allí, el Departamento de Ingeniería las rechazó todas, pero López, aprovechando un viaje a Europa del vicepresidente mundial, le enseñó la muestra y le ofreció cincuenta propuestas junto con el cálculo del ahorro estimado. Dos semanas más tarde, el 80% de las propuestas estaban aprobadas y no mucho después, Superlópez era ya vicepresidente de Compras a nivel mundial con sede en Detroit.
   Al llegar allí, López encontró, dicen, "una compañía derrotada, desmoralizada, sin ilusión. Parecía que la empresa estaba ya en desguace, con las oficinas tristes y la gente de capa caída". Seguramente es el momento de que alguien decida que los votantes que van a decidir el 22-M quien manda en autonomías y ayuntamientos deben ser tratados como "señores electores". Que merecen un respeto. Que no se les debe mentir. Que hay que olvidarse de los insultos al contrario, de los juegos de trileros, de las trampas electorales, de las promesas que todos sabemos que no se pueden cumplir.
  Que dejen de tomarles el pelo. La sociedad española de hoy también parece "derrotada, desmoralizada, sin ilusión". Y como no hay ningún Superlópez que pueda cambiar el rumbo de la historia, al menos deberían tratarnos como lo que somos: "señores electores" que con su voto pueden elegir las opciones que hablen de verdad de progreso, de cambio, de empleo, de respeto a los derechos, de solidaridad, de esfuerzo. Y si nadie cree que los votantes son "señores electores", deberíamos ser nosotros quienes se lo hiciéramos saber. Oigan, un respeto al pueblo soberano al que muchos políticos toman por tonto.
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