Sensación de alivio
12/04/2011 - 00:00
Ha sido espectacular. Tal parece como si al anunciar Zapatero que renunciaba a presentarse de nuevo una notable sensación de alivio se hubiera extendido por los ambientes políticos del país. Alivio generalizado entre propios y extraños. Habló para anunciar que se retiraba y en todas las encuestas subió la cotización electoral del PSOE. Subió mucho. Tanto como para hacer bueno el diagnóstico de quienes hacía tiempo que veníamos alertando acerca de esa peculiaridad de la vida política española que giraba entorno a una espiral en cuyo centro se situaba el rechazo a un personaje que por sus continuos bandazos había ido poco a poco enajenándose el apoyo o la simpatía de los ciudadanos.
Era un rasgo muy marcado de lo que podríamos llamar el "síndrome Zapatero", fenómeno que alude, como digo, al rechazo político que suscita el personaje ZP en buena parte de los ámbitos en los que interviene. Rechazo que se apreciaba, también, en las filas socialistas. El fenómeno no se produjo de la noche a la mañana. Ha sido obra del tiempo. A grandes rasgos, el origen de la desafección tiene hechos y dichos fáciles de recordar. Arrancó con aquella desconcertante declaración suya según la cual la idea de España como nación era un "concepto discutido y discutible".
Vinieron después las derivas políticas seguidas con el "Estatut"; la insistencia a seguir negociando con la ETA pese al atentado de la T4; más tarde fue su ceguera voluntaria durante meses a reconocer la crisis económica. Lo último han sido los recortes de sueldos a pensionistas y funcionarios. Dice ahora que la decisión de tasar en dos mandatos su paso por La Moncloa la tenía tomada hace mucho tiempo.
Es posible. Puede que diga la verdad, pero cuesta creer a quien desde los compases iniciales de su salto al centro del escenario de la política española había convertido los sondeos en el GPS que inspiraba los desvelos y continuos cambios de su agenda política. Vista la sensación generalizada de alivio que ha provocado con el anuncio y el parco estadillo de seguidores que han lamentado públicamente su marcha (Leire Pajín, Marcelino Iglesias, Juan Fernando López Aguilar y pocos más), tengo para mí que quizá debería reflexionar acerca de la conveniencia de completar el gesto. Reflexionar y, tras las elecciones del 22 de mayo, dejar paso a quien fuera capaz de aminorar el desplome que las encuestas anuncian a su partido.