Setenta veces siete
Si después de 70 veces 7 errores el sociólogo sigue obsequiándonos con sus escandalosas predicciones sin que nadie se haya planteado darle una salida digna es que la capacidad de perdón del Gobierno supera ampliamente el mandato evangélico.
Relata el evangelista Mateo: “En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. Sirva esta cita para tratar de entender lo que le ocurre al Gobierno con el sociólogo -otrora respetado- José Félix Tezanos Tortajada, político, escritor y profesor, presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas desde 2018. Y me refiero al profesor de Tezanos y no al CIS que es un lugar que, pagado por todos nosotros, alberga a muchos profesionales serios y rigurosos como acredita su larga historia que arrancó 1963.
Los errores en las predicciones y sondeos de este CIS, forman parte ya del ridículo nacional y aportan jugosos y divertidos comentarios en los medios, perdida - ¡ay!- toda su credibilidad. Y por eso me inquietan dos reflexiones. La primera es si Tezanos, que siempre fue un buen sociólogo, se equivoca a sabiendas y con un fin concreto o más bien, llevado por una pasión política descontrolada, interpreta los datos más desde el deseo que desde la fría y exigible realidad científica.
La segunda reflexión parte del Evangelio de Mateo; si después de 70 veces 7 errores el sociólogo sigue obsequiándonos con sus escandalosas predicciones sin que nadie de los responsables que le colocaron donde está se haya planteado darle una salida digna, es que la capacidad de perdón del Gobierno supera ampliamente el mandato evangélico.
No voy a abrumar al lector recordando los fallidos anuncios de Tezanos; basta con ir a un buscador de internet y escribir “errores del CIS”. ¿Y cómo se defiende o justifica el responsable? Pues descubriendo al mundo que “sus estudios no se sitúan en el plano de la magia y/o la adivinación”. Bueno es saberlo, aunque no tranquiliza mucho comprobar que los errores siempre vayan en la misma dirección.
Pero la historia de las pasiones humanas no acaba en la estadística, más bien se apoyan en ella para describir paisajes sonoros que se van sucediendo el día los hechos antes, durante y después de la “batalla”. Así, nos vamos topando con declaraciones de gente teóricamente seria que imagino que desde su entendimiento de las cosas, afirman o niegan lo que empieza siendo una posibilidad hasta que los datos de las papeletas con los votos dan o quitan razones. Pero incluso después, insisten y retuercen la verdad para tergiversar o justificar en un patético intento lo que sencillamente ha ocurrido.
Rodríguez Zapatero -que debe ser muy del CIS- se burlaba unas horas antes de las elecciones asegurando que “Ha salido Michavila el otro día -de la encuestadora GAD3- hablando de lo que iban a sacar en Galicia! O sea, que el domingo vamos a tener una noche de alegría” Pues no, Michavila lo clavó y la noche del PSOE no debió ser especialmente feliz.
En la SER, tras los primeros minutos después del cierre de los colegios, Barceló anticipaba: “Al BNG le ha salido tan bien la campaña como mal le ha salido al PP, reforzando a su candidata Ana Pontón, que toca la presidencia con la punta de los dedos”. Es indudable el gran éxito del BNG, pero de ahí a tocar la presidencia con la punta de los dedos, hay una distancia de nada menos que 13 escaños.
Me fijo en todo esto porque aún siguen los debates sobre las elecciones gallegas, pero lo mismo se podría escribir sin en vez de cara hubiera salido cruz. Es lo que hay, es a lo que nos han acostumbrado. Reconocer y asumir con una cierta elegancia los triunfos y las derrotas, ya no se lleva. La autocritica, el debate interno, todo eso que nos hace ser mejores se ha sustituido por el culto al líder y así les (nos) va.