Sí hay culpables

28/02/2012 - 17:05 Carmen Tomás

l ministro de Hacienda no quiere mirar atrás. La consigna del Gobierno de Rajoy es que los españoles quieren soluciones. Y, claro, que queremos soluciones, pero no veo por qué eso tiene que ser sinónimo de olvidar. Esta reflexión viene a cuento del último y parece que definitivo dato de déficit de las Administraciones Públicas de 2011 hecho público el lunes por Cristóbal Montoro. La desviación sobre lo dicho por el Gobierno de Zapatero es nada menos que de 2,5 puntos, unos 25.000 millones de euros. Lo dicho y lo repetido hasta el mismísimo día del debate de investidura de Mariano Rajoy.

   Todos teníamos sospechas de que lo del 6 por ciento era un cuento chino, pero que había que esperar a tener todos los datos. Ahora, lógicamente el ajuste tendrá que ser mayor si continúa estando vigente para este año el compromiso de rebajarlo hasta el 4,4 por ciento del PIB. Ya veremos en los Presupuestos que se presentarán el 31 de marzo por dónde nos va a venir el recorte del gasto y la previsión de ingresos. Ya es un hecho que mintieron y ahora muchos ciudadanos quieren saber cuánto de ese agujero se produjo por mala gestión, por qué se ocultó, a dónde fue a parar el dinero. Hay que tener en cuenta que las distintas administraciones gastaron 90.000 millones más de lo que ingresaron, parece a todas luces más que una mala previsión de sus cuentas.

   Montoro dice que todos somos culpables. Hombre, unos más que otros y los que son nada culpables son los ciudadanos, que sin embargo ya han empezado a pagar la mano rota de sus gobernantes. Es tiempo de futuro y de soluciones, pero también de auditar y de verificar cuánto dinero se ha malgastado y en su caso pedir responsabilidades de todo tipo. Ya sabemos que muchos han pagado en las urnas, pero eso es lo menos que se puede exigir a ciudadanos responsables. Olvidar y no castigar lleva consigo tapar y podemos encontrarnos con conductas semejantes en el futuro. Tiene que quedar claro que el dinero público es de los ciudadanos y que los políticos lo administran y deben dar cuentas. Algo obvio que se olvida con demasiada frecuencia.