Si, pero
08/02/2011 - 00:00
Los jueces tendrán la última palabra. Sí, será la Justicia quien dictamine si Sortu, la nueva marca de la izquierda abertzale, puede concurrir a las elecciones del 22 de mayo.
La decisión de la antigua Batasuna de camuflarse en unas nuevas siglas presentando además unos estatutos redactados para que no contradigan la actual Ley de Partidos Políticos sin duda es una jugada política que tendrá consecuencias. Por lo pronto, hay quienes creen más que suficiente el paso dado por la izquierda abertzale, en la que en sus nuevos estatutos se desmarca de la violencia como instrumento para hacer política, frente a quienes ven que el objetivo último de Sortu no es otro que asumir un disfraz para seguir siendo quienes eran.
Mientras que para el PP Sortu no es más que la otra cara de la misma moneda, en el Gobierno, aunque con prudencia, se valora el paso adelante dado por la izquierda abertzale. Pero una cosa es ver "brotes verdes" en las intenciones de los abertzales y otra dar por hecho que ya no son los que eran.
Y es que para la sociedad resulta difícil aceptar de un día para otro que simplemente porque los abertzales digan que se alejan de la violencia, esto sea así. Son décadas de escucharles justificar los crímenes de ETA. Son décadas viendo como algunos de los dirigentes de la izquierda abertzale también lo habían sido, o lo eran, de ETA, son décadas en las que jamás se conmovieron ni se lamentaron por las víctimas de los asesinos etarras. Así, difícilmente la sociedad va a aceptar de un día para el otro que han cambiado, que de verdad ya no creen en la violencia más allá de que estén llevando a cabo una táctica para poder concurrir a las elecciones.
Si los abertzales quieren ser creíbles tendrán que hacer una larga travesía por el desierto, tendrán que demostrar día a día que, efectivamente, creen y respetan el Estado de Derecho, tendrán que dar muestras inequívocas de que no tienen nada que ver con ETA, de que se duelen por sus víctimas. Lo que no pueden pretender es que de un día a otro la gente les aplauda simplemente porque cambian de nombre, de estatutos y aseguren que ya no apoyan la violencia.
En mi opinión, es una suerte que sea la Justicia la que tenga que decidir si da el visto bueno a esta formación o si por el contrario no le permite concurrir a las urnas, porque es una manera de sacar del debate político una decisión, que sea cual sea, tendrá consecuencias sociales y políticas.
Desde luego, es mejor escuchar a los abertzales decir que respetan la legalidad vigente, pero eso es algo que tendrán que demostrar en el día a día. De manera que se puede valorar con cierta dosis de esperanza que, efectivamente, algo está cambiando en el mundo abertzale, pero al mismo tiempo hay que mantener las alertas de la desconfianza.
Sólo el tiempo dirá si la vocación de Sortu es la que dicen sus estatutos. Tiempo al tiempo.