Si tengo que creer a alguien...

11/11/2010 - 00:00 Francisco Muro de Íscar

La información sigue siendo confusa e insuficiente respecto al número de víctimas, entre ellas algunos niños, las detenciones indiscriminadas, los registros por las casas, la falta de libertad o el miedo con causa de la población civil tras la demolición del campamento saharaui de El Aaiún. Pero si tengo que creer a alguien no tengo dudas. Creo a las víctimas antes que a los verdugos. A los que sufren la destrucción de sus tiendas antes que a quienes las queman y las destruyen. A los que son silenciados frente a los que bloquean y aíslan la zona para que no se sepa qué ha pasado, cuántas son las víctimas ni cuántas personas han sido detenidas por la fuerza. Creo a los saharauis que defienden su tierra de siempre frente a los marroquíes que aprovecharon un momento de debilidad de España para hacerse por la fuerza con un territorio ajeno. Creo a esos excelentes periodistas como Luis de Vega, Eduardo Marín o Antonio Parreño, entre otros, que vienen informando día a día desde allí, que conocen bien la situación del pueblo saharaui y que estaban en el último simulacro de juicio donde fueron agredidos violentamente. Creo a los abogados españoles observadores de estos procesos, que llevan muchos años acudiendo a cada juicio, dando apoyo legal a los activistas saharauis pro derechos humanos y a sus valientes abogados para que para que los juicios no sean un simulacro, para que las condenas sean más leves y para que muchos salgan de la cárcel en la que han sido injustamente confinados Creo a los que, a pesar del abandono de España, aún siguen manteniendo la lengua en la que aprendieron a hablar, el español, enviando a sus hijos en verano a España, nos perdonan que les dejáramos solos y aún creen que un día nuestro Gobierno les hará justicia o la pedirá para que la comunidad internacional reconozca sus derechos legítimos. Creo más a los idealistas que, en las peores condiciones, quieren vivir libres y no se resignan a no serlo nunca más, que a los que, como Estados Unidos o Francia, prefieren apoyar a una Monarquía de escasísima calidad democrática, como es Marruecos y que utiliza el Sáhara como un factor de cohesión nacional. Creo a Aminatú Haidar antes que a Mohammed VI o a su ministro de Exteriores que insulta a los periodistas españoles. A los que luchan por su dignidad antes que a los que lo hacen por ser los dueños de las riquezas del Sáhara: los fosfatos, las bolsas de gas y petróleo, los caladeros de pesca... Soy un ingenuo, pero me gustaría que la ONU dijera alto y claro que está del lado de quienes tienen la razón de la verdad y no de quien intenta imponer la razón de la fuerza, con el beneplácito de tantos poderosos. Al menos, no les quitemos la libertad de gritar frente a la injusticia ni les dejemos solos e indefensos. .