Sigue el codo a codo

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: ANTONIO PAPELL
Nos estamos moviendo en un terreno muy llano en el que las diferencias entre las dos grandes opciones son iguales o menores que los márgenes de error de los cálculos matemáticos
La encuesta de Público, periódico cercano al partido socialista, que ha ido publicándose por entregas a partir del pasado martes, presagia una “estrecha victoria” del PSOE, con 167 escaños (3 más que en 2004) frente a los 151 del PP (también tres escaños más).
La encuesta se basa en una gran muestra de 9.100 entrevistas, registra un alto número de indecisos –5,5 millones-, prevé pérdidas socialistas en Andalucía -hasta 3 escaños- y en Madrid –1 escaño-, presagia una nueva victoria por mayoría absoluta para Chaves (la sexta) aunque el PP mejora los resultados, y asegura que la mayoría de los votantes del PP no creen que Rajoy pueda ganar las elecciones (sólo un tercio de los votantes del PP ven a su líder en Moncloa). Según esta encuesta, las minorías parlamentarias descienden, especialmente ERC que podría perder hasta tres escaños.
La encuesta es muy semejante a la del Instituto Noxa para La Vanguardia que se publicó entre los días 2 y 4 de enero, y también a la ‘macroencuesta’ de Sigma Dos para El Mundo publicada los días 2, 3 y 4 de enero y basada en una muestra de 10.400 entrevistas. Ambos análisis sociológicos utilizaron profusamente el concepto de “empate técnico” para describir sus resultados.
La divulgación de encuestas continúa: ayer mismo se publicó un nuevo sondeo del Instituto Opina para la Cadena SER; dicha encuesta afirmaba que el PSOE aventaja en sólo tres puntos al PP. Los socialistas contarían con el 43% del voto decidido, dos puntos menos que hace un mes. Los autores del sondeo atribuyen este reequilibrio al ingreso del debate económico en la precampaña electoral.
Y también ayer La Vanguardia publicaba un bien elaborado informe de Carles Castro según el cual “los socialistas tienen en peligro el triple de escaños que los populares”, de forma que “el PP puede arrebatar al PSOE la mayoría parlamentaria con un leve trasvase del voto”. Esta situación ya era conocida y se había detectado en prácticamente todas las encuestas publicadas hasta ahora. En realidad, el PSOE se anotó en 2004, por muy estrecho margen, el último escaño en una decena de circunscripciones, por lo que bastaría un leve descenso proporcional en todas ellas para que se produjera un vuelco electoral que conduciría fatalmente al tan reiterado “empate técnico”, que sería esta vez más difícil de resolver mediante alianzas ya que, como se ha dicho, las minorías nacionalistas e Izquierda Unida reducirían su representación según prácticamente todos los sondeos publicados.
En definitiva, nos estamos moviendo en un terreno muy llano en el que las diferencias entre las dos grandes opciones son iguales o menores que los márgenes de error de los cálculos matemáticos de la sociología aplicada. Con la particularidad de que las encuestas, que marcan las tendencias apuntadas, no pueden hacer mayores y más fiables precisiones porque todo depende de una variable muy difícil de evaluar a priori: la participación. La decisión de acudir a votar es muy de última hora y no puede fijarse de antemano ya que depende de una acumulación de factores a lo largo de la campaña electoral. El propio clima en que se desenvuelva la campaña, más o menos crispada y movilizadora, puede ser decisivo en lo referente al porcentaje final de la participación.

Estas conclusiones debe ser bien entendidas: no se trata de que la confrontación electoral se decida por la participación sino de que, como se ha demostrado empíricamente, los elementos clave del resultado electoral –la conquista del centro, la movilización del electorado propio, la desmovilización del electorado ajeno- se materializan con mayor o menor intensidad según la intensidad de la afluencia de votantes a las urnas.
Con independencia de estas lucubraciones cuantitativas, es evidente que el efecto de la campaña, que en esta ocasión puede ser decisiva por lo ajustado de la competición, dependerá de los temas que se aborden y de la sensibilidad con que la opinión pública los reciba. De momento, parece que este apretado codo con codo no va a regresar a los grandes asuntos polémicos en que se ha consumido la legislatura, la reforma territorial y la política antiterrorista, lo que resulta tranquilizador ya que estamos todos ahítos de demagogia a este respecto. Pero tampoco parece que la subasta emprendida en materia económica vaya a mover montañas: la gente sabe a la perfección los límites de la política económica, que son bien estrechos, y que la solidez en este ámbito, retirado Rodrigo Rato, está sobre todo en manos de Pedro Solbes.