Sin la faltriquera

18/01/2020 - 18:37 Antonio Yagüe

Cuando era chaval, en el franquismo de verdad, nos chocó que en uno de los reajustes ministeriales figuraba un “Ministro sin Cartera”. Era una dávida de Franco a la burguesia catalana. 

Cuando era chaval, en el franquismo de verdad, nos chocó que en uno de los reajustes ministeriales figuraba un “Ministro sin Cartera”. Así apareció en el BOE con rechifla y carcajada general. Creíamos, inocentes, que se trataba de un suplente, como  los futbolistas que coleccionábamos en los álbumes de La Casera o los chocolates Hueso. No íbamos más allá ante la reprimenda paterna a la mínima pregunta con el “no os metáis en política”.

De adulto descubrí que se trató de una dádiva de Franco a la burguesía catalana para tenerla satisfecha y pagar su colaboración por la guerra y dictadura. El premiado se llamaba Pedro Gual Villalví. Un potentado como su antecesor Francisco.

Cambó y Batlle, ahora Francesc, o el vasco Manuel Irujo durante la República. Suárez hizo algo parecido con el entonces joven motero Ignacio (Nacho par los amigos) Camuñas, y Aznar con el remilgado Pío Cabanillas retoño. Tomaban asientos de gallinero en los Consejos de Ministros y al salir y volver a su despacho no tenían directores generales a los que dar instrucciones. Disponían, eso sí, de secretarias, chóferes y gran vida social. Algunos defienden que fueron ministros a veces útiles, porque integraban y engrasaban ciertas cosas. 

Comentócratas y tertuliasnos usan el Sin Cartera para buena parte del nuevo Ejecutivo. Empezando por algún vicepresidente/a y  departamentos florero bajo el paraguas de “lo verde”, transiciones ecológicas, reto demográfico, memoria guerracivilista y más igualdad y bienestar animal, dos campos bajo la batuta de la pareja Montero-Iglesias, ex activistas del 15M, también conocidos como Marqueses de Galapagar. Por no hablar del nuevo Ministerio de Consumo “sostenible”, en manos del comunista Garzón. O del amputado de Sanidad, regentado por Salvador Illa, filósofo de profesión y negociador menos tripartitero con ERC que su jefe en el PSC, Miquel Iceta. Ya pululan por emisoras,  presentaciones y salones del poder, con su colección de cargos, carguillos y asesores.

Dicen los sabios que la realidad acaba siempre imponiéndose. Hay ministros con rimbombantes denominaciones en despachos de edificios impresionantes, sobre todo por lo grandes que son. Apenas tienen qué hacer o decidir, porque las competencias son de los consejeros o todo les viene mascado desde Moncloa. Mientras, viajarán a Bruselas, participan en “mesas de diálogo” y enredan. Sin cartera política pero con la faltriquera llena.