Sobre el incendio de Riba de Saelices

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Cartas al director
MARISOL LÁZARO GÓMEZ / Guadalajara
Soy una ciudadana de Guadalajara que, como muchos otros paisamos míos, observo asombrada la cantidad de barbaridades que desde hace cuatro años se vienen publicando respecto al incendio de Riba de Saelices. Un día te enteras de que un ingeniero emprende un viaje en bicicleta por el Camino de Santiago para apoyar a los técnicos imputados, pero no para apoyar a las familias de los fallecidos, que también eran compañeros suyos. Este señor se da una panzada de kilómetros para rezar al Apóstol por los que siguen mandando, pobrecitos, en la Delegación de Medio Ambiente y por los que han sido recolocados en el Parque Natural del Alto Tajo, en la dirección de los Parques Nacionales o como responsables del Geacam.
Ascendidos todos ellos por lo bien que lo hicieron. Tras esta marcha cicloturista igual los hacen ministros.
Al día siguiente, me desayuno con una noticia en el diario de mayor tirada nacional en la que se acusa al PP de pedir únicamente indemnizaciones para nueve familias, que es lo único que está habilitado a hacer dicho partido como acción popular, pues sólo puede pedir que se indemnice a las personas que están personadas en la causa. Y ese mismo día, leo las declaraciones de un imputado en las que dice que si “esto llega a establecer jurisprudencia puede comprometer la lucha contra los incendios”, como si el de Riba de Saelices fuera el primer incendio de la historia de la humanidad en el que se investiga la posible responsabilidad de los funcionarios: baste recordar la tragedia de la discoteca Alcalá 20, donde fue condenado el técnico que dio la licencia de apertura, o el fuego del Cardoso de la Sierra de 1992, con cinco muertes, donde se condenó a los ingenieros e incluso podría haber habido penas de cárcel si no se hubiera llegado a un acuerdo extrajudicial entre las partes.
Y cuando ya creía haberlo leído todo, resulta que me topo con un artículo de una ex consejera de Barreda en el que anima a los familiares a resignarse con la “desgracia” que les ha tocado sufrir. Imagino que si a esta señora, Dios no lo quiera, mañana se le quema su casa, se le muere un familiar y luego se demuestra en el juzgado que los bomberos llegaron tarde, porque uno estaba fuera de su puesto de trabajo, el otro estaba de cachondeo y el de más allá de vacaciones en la playa, esta señora, digo, se resignará y se quedará tan tranquila, porque ha sido una desgracia y no hay nada más que decir. Es como lo de ese portavoz del PSOE, Santiago Moreno, que a raíz de la muerte de cinco bomberos en Tarragona no se le ha ocurrido otra cosa que espetar: “Ojalá esto sirva para que el PP de Castilla-La Mancha pliegue velas”.
Señor Moreno, a usted le ha traicionado el subconsciente: cinco muertes jamás pueden servir para nada, pero desde luego para lo que no pueden servir es para beneficiar a sus intereses políticos.
A veces pienso si todas estas personas no tendrán razón y la que está equivocada sea la juez que, después de un estudio concienzudo del caso, ha imputado por delitos gravísimos a 17 técnicos y ex altos cargos de la Junta tras haber detectado en su conducta la “omisión de cautelas elementales”, la infracción de “deberes fundamentales”, la “inadopción de cuidados suficientes para impedir o contener el desencadenamiento de resultados dañosos previsibles” y la “dejación de la elemental cautela y precaución”.