Sociología del limite
15/02/2013 - 00:00
El límite de todo poder es el poder del límite, es decir, todo poder está limitado. En estos días hemos conocido la renuncia voluntaria del Pontífice de Roma a su cargo, a su responsabilidad, a su poder dentro de la Iglesia Católica. Esto inaugura una nueva cultura del poder, una nueva concepción de la autoridad y de su ejercicio en la sociedad. Para el humanismo occidental no es tan nuevo pues venía siendo así desde la antigüedad latina. Pero no queremos ser oyentes o discípulos de nuestra historia y despreciamos la antigüedad sólo por serlo al tiempo que alabamos la novedad también sólo por el hecho de serlo La decisión aludida devuelve al poder (en cualquier esfera o ámbito de aplicación) su única grandeza, su condición caduca, perecedera y temporal. Nada es eterno fuera de la propia eternidad.
Y si el poder no es permanente, mucho menos lo son las personas que lo ejercen. Todo es barro, todo es flor de un día, todo es como el heno que se seca.. Son interesantes, igualmente, las reacciones producidas en nuestro entorno político inmediato. Los dirigentes sociales se han lanzado inmediatamente a proclamar su respeto. Eso se hace cuando no se entiende bien el sentido de la autoridad en la Iglesia. Lo confunden con su propia idea del poder temporal y no les salen las cuentas. Estos comentarios sociológicos de luces largas de nuestro Periódico, no pueden olvidar las enormes contradicciones que se constatan a raíz de esta decisión.
Los ateos integrales no están capacitados para ejercer una crítica a la Iglesia en su condición dialéctica de misterio y sociedad, y se esconden tras el burladero de la alabanza genérica y gratuita, disimulando su error y disgusto. ¿Dónde están ahora aquellos que decían con ironía populista (al principio de este pontificado) que este Papa era un pastor alemán, un inquisidor innato, un conservador, un pensador retrógrado y perseguidor de intelectuales? ¿Dónde se esconden ahora los medios de comunicación que esparcieron sus prejuicios ideológicos, envenenando a sus lectores, alimentando sospechas sobre su figura y significación antes de su verificación histórica? Pero más significativo y contradictorio es insistir en la condición histórica del hecho y no aceptar su intencionalidad y carácter de mensaje. El gesto es un claro llamamiento dirigido a todos aquellos que participan y ejercen el poder en la sociedad.
Algunos no quieren sentirse aludidos. Hay todavía demasiados elementos humanos en la Iglesia. Y uno de ellos es el poder como es el dinero. Muchos dirigentes eclesiásticos comparten muchas estrategias comunes con la conducta política. No se dan cuenta que la renuncia del Papa afecta a su doble condición de Pastor espiritual y de Jefe de un Estado temporal. Dos en uno. No se retira sólo el Pontífice sino también el mandatario ante el que se han inclinado tantos reyes y gobernantes de la tierra. ¿No deberían hacer ellos otro tanto? ¿Para qué alabar el gesto ajeno y no estar dispuesto a seguir su ejemplo? Das Alter drückt (la edad aprieta) las fuerzas flaquean, la salud se resiente, el cuerpo oprime, el tiempo que huye es implacable y urge. Toda esta nueva concepción de la moral del poder acompaña a esta decisión.
El hombre poderoso tiene un límite. Una antropología del límite y de la caducidad de la vida humana que algunos quieren ignorar apoyados en sus oropeles y apariencias, donde todo es boato, agasajos, servidumbre y ambiciones. En cambio, nuestro Papa no mira al presente o al pasado llenos de honores sino a su futuro, a la proximidad de la llamada, a contemplar y saborear los dulces placeres de la soledad, la lectura y la meditación.