Soledad monacal

11/02/2017 - 13:45 Antonio Yagüe

La ausencia se siente en la provincia donde las religiosas de todas las congregaciones apenas pasan del centenar.

La hemorragia es en toda España. Cada dos días cierra un convento y los monjas y frailes no llegan a la mitad de hace 40 años: 32.670 mujeres y 10.215 hombres. Y en el mundo. Según el último recuento del papa Francisco, la Iglesia católica ya sólo tiene 680.000 monjas y 55.000 religiosos sin ordenación sacerdotal. Su edad media, 63 años, y la ausencia de vocaciones pintan muy negro el panorama.
    La ausencia se siente en la provincia donde las religiosas de todas las congregaciones apenas pasan del centenar. Y especialmente en Molina de Aragón, en tiempos con cinco congregaciones, contando Los Escolapios que permanecieron durante 68 años (hasta 1934). Todavía se conoce por este nombre el imponente edificio, sede del Instituto hasta los ochenta, en que aprendimos excelentes lecciones miles de alumnos molineses y de toda España. Hoy alberga la biblioteca, juzgados, servicios sociales y administrativos.
    A este paso, pronto se contarán las hermanas con los dedos de las dos manos, dada la tendencia a  reagruparse en localidades más importantes y casas donde las mayores puedan ser atendidas. Han pasado de la omnipresencia de otros tiempos, acompañando y guiando a las chicas por el buen camino al ir y salir de clase, a una visibilidad casi milagrosa.
    Las supervivientes hermanas de la Caridad de Santa Ana (Convento de San Francisco, fundado en el siglo XII por Doña Blanca) están más para ser atendidas que para atender a nadie en la residencia de mayores. Las ursulinas ya solo son cinco. Han aflojado en su labor docente. Este curso mantienen su escuela infantil, pero en competencia con otra  municipal. Han abandonado el histórico edificio de la plaza de San Pedro que presenta en su fachada una genuina decoración de trampantojo. Una retirada que no obedece a persecuciones, como la napoleónica que las obligó a refugiarse en Lebrancón, antes de fundar el colegio de Sigüenza en 1919 , como brillantemente cuenta la escritora molinesa Begoña Benito.
    También sobrevive bajo mínimos la comunidad de Santa Clara (siglo XIII), bajo la batuta de la nueva abadesa, María Yolanda Barquinero, de 67 años. Natural de Tartanedo, cumplirá al año que viene 50 años de monja entre sus legendarios muros románicos. Las nueve religiosas que todavía aguantan  pueden ser las últimas. El tiempo lo dirá.