Solo han dimitido tres

13/06/2011 - 00:00 Andrés Aberasturi

 
  No seré yo quien sospeche -y mucho menos afirme o insinúe- que las dimisión de los tres magistrados del Constitucional se deba a lo que todos estamos viendo que empieza a pasara en algunos sitios de Euskadi con la llegada de BILDU. Ni tan siquiera hubo unanimidad entre los dimisionarios en la sentencia que enmendaba la plana al Supremo y dejaba la puerta abierta a la coalición abertzale para presentarse a los comicios pasados. Pero sin establecer en modo algo causa-efecto entre la dimisión y los sucesos recientes, si me pregunto que estará pensando don Pascual Sala cuando gracias a la decisión del Constitucional vuelven los insultos y las amenazas al mismo tiempo que desaparecen las banderas nacionales de muchos ayuntamientos vascos.

  No es que me preocupe demasiado la llamada guerra de las banderas, pero sí lo que eso simboliza y, mucho más, me preocupan las amenazas y las pintadas como aviso de posibles tragedias; y me preocupa que oficialmente se puedan considerar "victimas" tanto a las familias de los asesinados como a las de los asesinos en prisión. No debe ser fácil asistir con tranquilidad a todo esto sabiéndote responsable -bienintencionado, por supuesto- de que estas cosas sucedan. Pero suceden.

   Y todos sabíamos que iban a suceder, todos, al parecer, menos cinco. Y ahora llegan las dimisiones de tres miembros del TC y los medios califican el hecho de "inaudito" porque nunca antes había ocurrido una cosa así. No seré yo quien lleve la contraria a los medios, pero lo inaudito es, para mí, que sea esta la primera vez que ocurre. Lo del Tribunal Constitucional, mal que le pese a don Pascual, no tiene nombre aunque sí apellidos de partido. Fue un escándalo desde la expropiación de Rumasa y ha seguido jalonando su trayectoria con polémicas intervenciones hasta culminar en el evidente enfrentamiento con el Tribunal Supremo del que parece creerse superior y no distinto. ¿Tienen sus miembros la culpa de todo este descrédito?

   Por supuesto que no; una vez más son los partidos, los dos grandes partidos, los que en su avaricia insaciable de control y poder han laminado la necesaria independencia del Poder Judicial bloqueando sistemáticamente cualquier posibilidad de cambio o renovación tan sólo por intereses partidistas. Y así las cosas, lo inaudito es que no hayan dimitido todos los magistrados del TC, empezando por su presidente, en un rasgo de coherencia y de dignidad. Sólo han dimitido tres. Qué le vamos a hacer.