Subidón de Zapatero en Ponferrada
El domingo pasado en Ponferrada (León), el líder del PSOE y presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, se permitió ofrecer a sus compañeros de partido una receta para remontar. O mejor, el señalamiento de las tres condiciones que pueden permitir la remontada a un PSOE en bancarrota electoral, según las encuestas. Primera, recuperación del crecimiento económico; segunda, aplicación de las reformas puestas en marcha por el Gobierno, y tercero, movilización de los socialistas contra la posibilidad de un retorno de la derecha al poder.
Hubiera sido inimaginable hace apenas una semana esta especie de subidón en el estado de ánimo de Zapatero, que incluso tuvo el atrevimiento de ironizar con la ansiedad de Rajoy porque se acabe cuanto antes la Legislatura. "No debería tener tanta prisa por estar cuatro años más en la oposición", dijo, mientras a su alrededor todos cantan su pérdida de credibilidad, su desplome en los índices de valoración y la caída libre del PSOE en las expectativas de voto.
Tiene explicación, por supuesto, esta inesperada salida del agujero de quien se encuentra en el peor momento de su vida política, duramente acosado por los adversarios y con sus propios votantes al borde del desfallecimiento. Zapatero saca la cabeza cinco minutos después de asegurarse un año y medio de vida política de relativa tranquilidad. Relativa, pero desde luego más apacible que antes del pacto presupuestario con el PNV y CC, que le permiten recuperar capacidad de maniobra e iniciativa política. Al tiempo se protege de las escaramuzas parlamentarias que hasta ahora venían escenificando su soledad política entre duras críticas a derecha e izquierda.
Además de contribuir a la estabilidad política del país y reducir la exposición del Gobierno al acoso permanente del PP, el fin de la geometría variable practicada hasta ahora por Zapatero refuerza de modo preventivo la capacidad de encaje del PSOE ante un eventual fracaso electoral en las catalanas del mes que viene y en las territoriales del 22 de mayo de 2011. Y en el caso del PNV, el pacto le confiere centralidad y recuperación de protagonismo en la política vasca, amén de asegurarse la continuidad en el poder de las tres Diputaciones Forales.
Algunos analistas señalan al lehendakari y líder de los socialistas vascos, Patxi López, como el gran perdedor, por haber sido ninguneado. Tiene poco sentido esa formulación, aunque se entiende en la perspectiva del PP, un tanto descolocado con esta rentable operación política de Zapatero. Pero el lehendakari siempre podrá decir que todo lo que sea avanzar en el autogobierno, dentro del marco estatutario, como es el caso, es bueno para Euskadi. Y, por lo tanto, también es bueno para él, para su Gobierno y para su partido.
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