Sueñan con Aznar
Tengo para mí que un político sigue siéndolo siempre; aunque abandone la primera línea del escenario. Creo que aunque con metáfora feliz, Felipe González erraba al decir que los ex presidentes son como los jarrones chinos, objetos a los que todo el mundo concede gran valor, pero no sabe donde colocar. Lo dicho viene al hilo de la última intervención pública de José María Aznar. Conserva el ex presidente del Gobierno una notable capacidad de convocatoria entre los suyos y mantiene, también, el discurso político que conocimos en su segunda legislatura. Que no es exactamente el mismo que desplegó en la primera cuando el PP no tenía mayoría y necesitaba granjearse el favor de los nacionalistas. Cascos con Arzallus y Rato con Pujol, tejieron los pactos que permitieron una estabilidad política que preñó de victoria al PP.
En año 2000 la derecha española alcanzó por primera vez una mayoría parlamentaria absoluta en unas elecciones democráticas. Después, Aznar fue otro. Se le subió la púrpura a la cabeza y nos metió en el lío de la guerra de Iraq con el final que todos conocemos. A juzgar por su discurso, en lo sustancial no ha cambiado sus puntos de vista. Ni sobre la política nacional ni sobre las amenazas que según su decir se ciernen sobre el mundo occidental. Nos pasa a todos, y, supongo, que también a él: cree seguir teniendo razón porque alguna vez la tuvo. Aunque encomió a Rajoy y sus capacidades políticas y lo hizo en presencia de la plana mayor del PP -que al día de la fecha es la de Rajoy-, no sabría decir muy bien por qué en el aire parecía flotar un cierto aroma de nostalgia. Creo que en el PP son muchos los que todavía sueñan con Aznar.
democracia los
responsables políticos sigan sin saber que hacer con semejante institución, te
lleva a pensar que con la que está cayendo, lo mejor que podían hacer era
suspender sus funciones hasta que se pongan de acuerdo y nos ahorrábamos un
pastizal: sueldos de senadores, dietas, secretarias, seguridad, agua, luz,
taquígrafos y ahora traductores simultáneos. ¡Si es que no sirve para nada¡ Que
alguien me diga una sola iniciativa digna de mención que haya salido del Senado.
Es más: que alguien me diga una sola iniciativa aunque no sea digna de mención.
Lo único que recuerdo es un informe, o algo así, sobre la violencia en el
futbol. Pero claro, para decir que hay que tener cuidado con los grupos
violentos, no sé yo si compensa mantener una institución más de treinta años.
"Cámara de segunda lectura", dicen pomposamente. ¿Y qué? Menuda pérdida de tiempo cuando ya se sabe que después de la segunda lectura se va a volver a la primera; ¿para qué diablos hay que leer, discutir, votar, incluso ganar la votación si a los dos días todo eso no va a servir para nada porque la cosa vuelve al Congreso? Es como de niños, no sirve para nada, una pesadilla democrática que, naturalmente, se va a perpetuar porque quienes podrían darle contenido no están por la labor. Los partidos han encontrado en el Senado un cementerio ideal para díscolo, para inútiles y para compromisos ¿cómo van a revivirlo o enterrarlo si tienen allí un chollo que, encima, les da dinero?
Lo del Senado no tiene nombre. O si: le llaman "el panal" por la cantidad
de zánganos que ni siquiera lo habitan porque sólo se acercan cuando hay pleno.
Supongo que ese día cobrarán dietas.