Terceras elecciones
Estamos casi en vísperas del segundo intento para formar Gobierno.
Estamos casi en vísperas del segundo intento para formar nuevo Gobierno. Y no apostaría yo en contra de que tengamos que llegar a unas terceras elecciones, a juzgar por las tensiones entre los partidos de ideologías enfrentadas. Basta con que uno diga una cosa para que su adversario opine lo contrario si ve en riesgo el futuro de su partido o el suyo propio.
Estamos hartos de las vaciedades que se dicen: Por ejemplo “ hay que resolver el insoportable paro y el problema del diálogo con Cataluña”. Pero no dicen cómo van a crear puestos de trabajo ni cómo van a dialogar con quien no quiere hacerlo. No aclaran si van crear puestos en el sector público aumentando los funcionarios, como ya lo han hecho, a cargo del presupuesto nacional, y, por tanto, del dinero de los españoles, que ya han soportado bastante cuando el gobierno de Rajoy se encontró con que la economía española estaba a punto de ser rescatada y no tuvo más remedio que exprimir al contribuyente un poco más cargando él con la irresponsabilidad heredada de haber elevado el gasto por encima de los ingresos. La más sencilla ama de casa sabe, pero, al parecer, no todos los sesudos economistas asesores de los políticos, esa regla de oro de todo el que algo administra. Y así vemos que algún partido que podría gobernar ofrece un ingreso mensual de alrededor de medio millar de euros a muchos millones de españoles sin más méritos que el de serlo. Y si no le llaman sueldo es porque sueldo es, según la Real Academia, la remuneración asignada a un individuo por el desempeño de un cargo o servicio profesional. Y no importa que haya o no dinero, porque si no hay “se pinta” como ya ha dicho un “prodigioso” político, al que yo haría inmediatamente ministro de Hacienda. Y otros ven lógico, “para acercar posiciones, dicen”, que una parte de España convoque un referéndum para consultar si debe o no separarse. Pero eso sí, después de haber derrochado el dinero de todos españoles en actuaciones anticonstitucionales, prohibidas por la Ley y rechazadas expresamente por el Tribunal Constitucional al que ellos hacen el mismo caso de quien oye llover. Y no se les castiga por ello para que no se enfaden más, como si no hubiera una Fiscalía y un Ejecutivo para corregir esos yerros. Así que seguiremos soportando el guirigay de tertulias, coloquios, debates y declaraciones, todos dando vueltas y vueltas a los mismos temas para yoismo de los políticos. Pero, ¿no les da vergüenza volver otra vez a la misma tabarra?