Tertuliasnos

27/09/2015 - 23:00 Antonio Yagüe

Saben tozudamente de todo, lo conocen todo, lo evalúan todo y, naturalmente, tienen la solución a todo. Son los tertuliasnos, seres dotados de una sabiduría infinita que lo mismo señalan los fallos del acuerdo OTAN-Irán que explican a sus iletrados oyentes la prima de riesgo, las claves del pacto Mas-Romeva y el resultado cantado del 27-S, que sostienen con cierto paternalismo o instinto maternal, según su sexo, que a la alcaldesa Carmena le han metido una ciruela cuadrada sus propios concejales. Es de sentido común que la complejidad de muchos temas exige especialistas cualificados. Incluso hay que saber algo de historia para largar sobre el dislate catalán. Pero en las tertulias televisivas y radiofónicas han decidido que son innecesarios. Para eso están ellos, los mismos, “arre que arre”. Y si la audiencia baja, siempre se puede llamar a una monja secesionista o a Karmele para subirla. En los espacios deportivos sí que hay auténticos especialistas. Entre majadería y anuncio se centran en dos equipos, Madrid y Barça, y dos temas concretos, Messi y Ronaldo, y los desarrollan hasta la extenuación. La cultura de la coz, no sólo al balón, no tiene límites. Como se plantea el escritor Rafael Argullol, analizando la desertización cultural, igual la vida sin cultura es mucho más feliz. O puede que no sea siquiera vida sino un pobre simulacro, un juego aburrido. Muchos de estos personajillos, cultos adictos a Wikipedia, alardean de autores, aunque sus obras completas caben en una tarjeta de visita. La estupidez no es gratuita. Esta fauna mediática, famosillos de tabarra sistemática, periodistas del montón, cutrería retórica, suele estar bien pagada. En la Noria llegaban a cobrar 4.000 euros por emisión. Una provocación al no tratarse de teatro sino de realidad pura y dura. La mejor compensación que se vislumbra, a tenor de los ardores dialécticos que muestran, es la que puede dar el partido político al que defienden a grito pelado. En este caso, el vocerío son simples rebuznos. Una de estas lumbreras comentó a otra que notaba fresco en una tertulia en el palacio del Infantado: “Pues si va usted a Molina de Aragón, al norte, se entera de lo que es el frío, la rasca”. Efectivamente, al norte de la provincia está el Ártico. Habrá que regalarle una brújula para que nos sitúe.