Tiempo de elecciones
10/06/2011 - 00:00
Esto no da para más. Los datos económicos, de aquí a final de año, no van a mejorar y la situación de bicéfala es un terreno demasiado pantanoso para Rubalcaba. Auguro que en octubre o noviembre lo más tardar habrá elecciones generales". Así de claro se mostraba el otro día un importante barón socialista que, hasta hace bien poco, defendía con pasión que Zapatero se mantuviera en Moncloa hasta el último día de su mandato. Es verdad que tal afirmación me la hizo en privado, reconociendo que ni bajo tortura diría lo mismo en público. Pero como él, muchos a la "chita callando" mantienen la misma tesis.
Sólo hay que mirar al presidente a los ojos para ver el calvario por el que está pasando, y no sólo por la debacle del 22-M sino porque los suyos cada día le abandonan un poco más a su suerte porque su suerte está echada. En él ven el pasado y aunque el futuro de Rubalcaba es incierto, ahora de lo que se trata es de estar al lado de quien manda y quien manda es el todopoderoso vicepresidente.
"Dejaré el Gobierno cuando crea que mis responsabilidades son incompatibles con las del partido. Lo haré, crearme, porque lo he hecho siempre", le dijo el ministro del Interior a una brava Soraya Sáenz de Santamaría -que ya ha conseguido sacarle de quicio en su cara a cara parlamentario-. Al segundo, sus palabras eran la comidilla del hemiciclo y todas las interpretaciones llegaban a la misma conclusión: que estaba abriendo la puerta a su salida del Gobierno. La interpretación es lógica teniendo en cuenta que su acumulación de cargos es claramente incompatible con su idea de distanciarse, como candidato, de las esencias del zapaterismo.
¿Cómo se puede ser la cara y la voz de este Gobierno de los recortes -aunque sean de medio pelo- y afirmar que tiene nuevas soluciones para un tiempo nuevo, pero ni las dice ni le dice al presidente cuáles son y cómo deben aplicarse? Es una ecuación imposible estar en la cocina y a la vez convencer sin levantar sospechas que las mejores recetas se las reserva para otros fogones distintos.
Estamos en tiempo electoral y, el tiempo, para el candidato apremia. El presidente hace ya tiempo que mira pero no ve, y el candidato hace ya tiempo que pretende que le vean a él pero que no le miren.
Es como pretender hacer la cuadratura del círculo cuando no se tiene claro cuál es el círculo que se pretende cerrar y convertirlo a base de "magia potagia" en cuadrado. A día de hoy, y una vez que el Consejo de Ministros dé luz verde al nuevo decretazo, tendrá que buscarse apoyos parlamentarios para sacarlo adelante y también para conseguir que los presupuestos del 2012 vean la luz, lo que no es fácil sino complace la exigencias del PNV. De entrada, el propio Iñigo Urkullu se lo ha dejado claro: "Yo no descarto un adelanto electoral. Veo al Gobierno débil y necesita apoyos que hoy por hoy no tiene garantizados". Pues eso, si no hay contrapartidas no habrá apoyos y si los hay tal vez no sean del interés común del dúo Zapatero-Rubalcaba. Lo dicho... que huele a elecciones con la caída de la hoja
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