Toledo somos todos

05/06/2011 - 13:06 Ferando Jáuregui

 
Lo que está sucediendo en Castilla-La Mancha, donde la oposición que ya ha dejado de serlo acusa al Gobierno, que también está dejando de serlo, de ocultar la realidad de las cuentas y hasta de sacar papeles secretos en bolsas de basura, me parece una lamentable radiografía de un penoso estado de cosas. Siempre se ha dicho que, en general, los traspasos de poder en La Moncloa han sido, en general y con cierta excepción, ejemplares, caballerosos. Pero es que, claro, La Moncloa no controla las facturas de funcionarios, asesores, teles autonómicas, coches de servicios varios, prebendas, cuñadísimos, viajes de representación, trasvases de bolsillos, eres, trajes de confección, regalos y visas de oro... No, al menos, como las comunidades autónomas y ciertos ayuntamientos. Y claro, al llegar a las cosas 'tangibles', vamos a llamarlo así, al 'bread and butter', como dicen los anglosajones, es cuando salen a relucir los puñales o, al menos, los alfileres. Veremos cómo acaban las cosas en el Palacio toledano de Fuensalida y en otros palacetes autonómicos donde ya empiezan a correrse voces de que, de pronto, no habrá dinero ni para pagar las nóminas. Me parece muy buena la idea de Mariano Rajoy pidiendo revitalizar las 'cumbres' de presidentes autonómicos, que acabaron decayendo porque no servían para nada; pero lo primero que tienen que hacer todos los presidentes, los que han sido casi virreyes y los que no sé si aspiran a serlo, es poner en claro las cuentas. Si ha habido derroches, denúnciese, y no digamos ya si lo que ha habido han sido corrupciones o corruptelas. Lo que me aterra es que ahora, con el vuelco político, se instale el régimen de la denuncia porque sí o, lo que sería peor aún, que un cierto corporativismo de la clase política extienda un piadoso manto sobre el estado de las finanzas, como me consta que ha venido ocurriendo hasta ahora en no pocos casos. Sí, me parece mucho más urgente esa conferencia de presidentes autonómicos -mejor aún-con presencia también de los salientes, aunque eso me parece aún más difícil de lograr que el casi inminente -poco más de un mes falta- debate sobre el estado de la nación, al que van a concurrir un Rajoy crecido y un Zapatero desdibujado. Las conferencias de presidentes, como los debates sobre el estado autonómico de la nación, que se celebraban en el Senado, dejaron de realizarse porque los virreynatos no se ponían de acuerdo a la hora de cuadrar las cifras, y la suma del total salía siempre disparatada; así que no convenía que la ciudadanía llevase a tomar conciencia del caos. Arreglar las cuentas del Estado parece lo prioritario, junto con la culminación de las reformas exigidas desde la UE y desde los propios sectores empresariales españoles. Pero ambas cosas se han ido demorando demasiado, se han hecho dando bandazos y como a saltos mientras los periódicos, en cumplimiento de su deber, iban publicando, junto a listas de medidas para regenerar el país, la nómina de vehículos oficiales y gastos suntuarios (que, en principio, no son demasiados, aunque haya algunos escandalosos) Comunidad por Comunidad, Ayuntamiento por Ayuntamiento. Y ahora, claro, nos encontramos, por ejemplo, con que el Gobierno tiene que salir el próximo Consejo de Ministros con un decreto 'arreglando' (es un decir) la negociación colectiva que no han podido (ni querido: mejor dejar el desgaste para Zapatero) pactar las fuerzas sociales. Y también ahora, claro, es el llanto y el crujir de dientes: hay que suprimir funcionarios y asimilados a centenares, aparcar para siempre tanto coche oficial, viajar más en autobús, cerrar oficinas de representación autonómicas en el extranjero por doquier. Es la tarea, dolorosa, puede que injusta con algunos, que ha de iniciarse ya, sin mayores demoras, esta misma semana. Otra cosa, desde luego, es que de veras empiece a hacerse: ¿volveremos a ceder al 'pacto del capó'?.