Totalitarismo comparado

29/05/2016 - 19:34 Jesús Fernández

Existe mucho totalitarismo de corte clásico entre nosotros y mucha dictadura sobre el pueblo.

Existe mucho totalitarismo de corte clásico entre nosotros y mucha dictadura sobre el pueblo. El marxismo sigue vivo y vigente en el pensamiento y en las conductas de muchos dirigentes políticos. La inspiración doctrinal en los albores del pensamiento revolucionario y  en sus protagonistas es evidente. Las situaciones de hoy son comparables y asimilables a las de otros tiempos y otros actores. Lenin fue el caudillo de la revolución bolchevique. Su ambición era alcanzar todo el poder para si mismo y en sí mismo con el dominio de toda esfera social. Una vez logrado o conquistado el poder, los demás  partidos sobraban y la democracia era suya con el partido único. Desde el Estado leninista se  preparan para eliminar enemigos disidentes.
    El Estado –para el leninismo  de  ayer y de hoy- es un instrumento de poder. Es la conciencia militarista y revolucionaria del Estado: la jerarquía, la  autoridad de los políticos, la fuerza pública  que emanan del Estado. El Estado es un aparato de opresión y represión  sobre el pueblo cuya soberanía no existe sino como  algo derivado, dirigido, pulicado o permitido y no fundante y original. No existe tampoco libertad ideológica. Todo ello revestido de un centralismo asfixiante y opresor. Mientras exista el Estado-escribe Lenin- no habrá libertad. Cuando exista la libertad, no habrá Estado”. Cuando Lenin habla del Estado se refiere a los partidos revolucionarios que lo han asaltado, teniéndole como rehén. Todo lo que no sea revolución es reaccionario. Así como el Estado es único así también tiene que haber un partido único. La confusión e identificación entre Estado y partido es absoluta.
    Lenin concibe los partidos no como asociación o reflejo del pluralismo participativo y ciudadano  sino como engendros de minorías burguesas y elites intelectuales que se constituyen para dominar la masa del pueblo. No les conviene que la población adquiera conciencia democrática  por sí mismos. Ni Marx, ni Lenin fueron pobres proletarios o campesinos  sino que procedían de familias burguesas acomodadas como los jóvenes leninistas de hoy. El leninismo es un totalitarismo ejercido sobre el pueblo. La primera misión del partido es “convertir” a la población capitalista que significa  revolucionarla. No es recoger, transmitir  y presentar la opinión o las propuestas del  pueblo sino dictarlas e imponerlas a través del sistema educativo y de los medios de comunicación nacionalizados. Es un Estado ideológico, de mentalidad oficial no transversal sino vertical. Hablando de transversalidad, aquellos partidos emergentes leninistas de hoy que abogaban por abrir el mapa  del pluralismo y la participación a nuevas formaciones, atomizando la vida electoral, son los mismos que ahora luchan por las grandes fusiones e integraciones de minorías y confluencias para constituir un gran bloque revolucionario de izquierdas como camino al partido único y mayorías  absolutas que es su aspiración e idaeal suprimiendo cualquier protesta au oposición a sus ideales devocionarios