Trabajar en el limbo

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

El comentario
Rafael Martínez-Simancas / Periodista
Los que están en la cola del cine también disfrutan de la película, los que no llegan a final de mes son ricos sin actualizar los ingresos, los que tienen unas macetas son terratenientes de tierra de nomos. Siguiendo ese discurso uno llegará a aceptar que los parados que están en cursos de formación “trabajan para España”. De lo sublime a lo ridículo apenas hay un salto de mosca, y esta vez el presidente del Gobierno se ha puesto en plan rapsoda del desempleo. De seguir por la senda de estos silogismos dentro de poco será obligatoria la gimnasia sueca a la entrada de las empresas, ¿y por qué no?, el que mueve el corazón también puede que esté impulsando el desarrollo de su empresa.
Quizá con estas reflexiones de andar por casa Zapatero opte a algún premio de economía creativa de los muchos que hay; pero es que no queríamos a un pistolero de las metáforas si no a un ejecutivo de los tiempos difíciles, a alguien que hiciera suyo el eslogan de “Gobernar en tiempos revueltos” (su versión televisiva “Amar en tiempos revueltos” ha sido todo un éxito). La parte creativa del presidente le pierde al sacarla a pasear cuando menos falta hace y cuándo más le puede llevar a cometer un ridículo en sede oficial de los que acumula un cesto. Los parados en cursos de formación trabajan en el limbo porque ni son empleados y cobran nómina, ni el Gobierno les quiere contabilizar entre la lista de desempleados (son los “ninis” de Zapatero). Siguiendo el razonamiento del presidente si todos los españoles tuviéramos que contar ovejitas antes de dormir entonces no habría un parado; España como el país que mejor cuenta ovejas churras que saltan una cerca. Podríamos imaginar cometidos diversos como el de contar estrellas fugaces, separar diptongos, calcular la masa molecular de los rayos solares, o buscar la definición exacta de a qué saben las nubes. Por ocupaciones absurdas no será. Ya lo decía la madre de Forrest Gump, que era una señora que pertenecía a la escuela de epicúreos del barrio: “tonto es el que hace tonterías”.

No hay nada como no querer asumir la realidad para que ésta aparezca de nuevo rebotada en múltiples formas, que se lo digan a María Antonieta que dijo aquello de que si el pueblo no tiene pan entonces que coman pasteles. A la reina de Francia tampoco le gustaba contar pobres, se entiende que daban muy mala imagen por los alrededores de Versalles. Por lo tanto la idea de que los parados que hacen cursos de formación trabajan para España está muy cerca del pensamiento versallesco, apenas a cinco minutos. Luego le extraña que los delegados sindicales le pongan a escurrir.