Tragedia en Barajas
01/10/2010 - 09:45
Editorial
Las tragedias llegan siempre así, sin esperarlas. Unas veces viajando en tren, otras en automóvil y otras, como ayer, en avión.
Barajas vivió ayer su accidente más terrible y a pocos kilómetros, en Guadalajara, el corazón de sus vecinos volvía a encogerse. Ambulancias y efectivos sanitarios de la provincia acudían prestos para auxiliar a cuantos pudieron salvar sus vidas de este accidente aéreo que dejó lágrimas y consternación lejos de la Península, en Gran Canaria. Un enorme dispositivo de emergencia se puso en marcha nada más conocerse la tragedia, aún cuando se desconocía la magnitud del accidente. El cielo de Madrid se tornó negro una vez más y el feliz trasiego vacacional del aeropuerto quedó ensombrecido por el fatal desenlace que a nadie consiguió dejar indiferente. España entera llora hoy a los que se fueron y se abraza a la esperanza que apenas logran tocar con los dedos los heridos. Los centenares de guadalajareños que cada día circulan por la A-2 pudieron sentir ayer de cerca la convulsión que supone un suceso que deja más de un centenar de fallecidos. El aeropuerto más importante de España intenta hoy recuperar la normalidad perdida, consciente de que, a pesar del sufrimiento que aún supura el asfalto de la pista, la vida sigue a los pies del avión que nunca pudo despegar. 20 de agosto aciago ayer en Madrid. Otra fecha más para el recuerdo más negro de una ciudad que, en los momentos límite, demuestra su lado más solidario y su capacidad de respuesta inmediata para atender al que sufre. El vuelo que nunca pudo retomar el avión convertido ayer en bola de fuego deben retomarlo ahora las decenas de familias rotas que maldicen la fatalidad que se llevó a los suyos. Su dolor es hoy el de todos los que, profundamente, lamentamos todas y cada una de las grandes y pequeñas tragedias que cada minuto suceden a pocos o muchos kilómetros de nuestra cotidianidad.