Tras la tempestad... el análisis
En esta excepcional ocasión se ha hecho lo humanamente posible con profesionalidad y dedicación, pero no seamos complacientes y aprendamos de los errores porque habrá futuras nevadas.
Acabamos de vivir la borrasca ‘Filomena’, de la que es difícil encontrar antecedentes históricos. Tras la tempestad tardó en llegar la calma y ahora toca el análisis. Nerviosismo, enfados de vecinos por no poder salir durante días a la calle, tuberías congeladas que han dejado sin agua varias jornadas, caídas, desabastecimiento de productos en las tiendas de alimentación, carreteras intransitables o días sin colegio han sido algunos efectos de este temporal más allá de las imágenes de gran belleza para el recuerdo. La evaluación de la gestión ha de ser positiva teniendo en cuenta que la actividad económica, laboral y educativa se recuperó con relativa rapidez y el ingente trabajo llevado a cabo por las distintas administraciones, coordinadas por el Centro de Análisis y Seguimiento Provincial (CASP) que se reunió hasta dos veces al día y a nivel local por el CECOPAL, centro de coordinación municipal. En la capital fueron más de doscientas las personas que estuvieron en la calle luchando contra el hielo y temperaturas de hasta -14 grados. Nueva Alcarria les dedica hoy un reportaje contando sus experiencias ante un fenómeno que ha desbordado a todos. No es posible disponer de maquinaría y personal para enfrentarse a unas precipitaciones tan intensas que ocurren cada mucho tiempo. Solo es factible la utilización eficiente de los medios llegado el momento, con protocolos, criterios uniformes, claros y mucha organización entre operativos y en esta excepcional ocasión se ha hecho lo humanamente posible con profesionalidad y dedicación, con la ayuda del ejército de tierra y la solidaridad de personas dispuestas a colaborar. Se ha facilitado continuar con el plan de vacunación y ha fallado la concienciación (que debemos corregir) de muchos ciudadanos en la limpieza de accesos a los portales, casas o garajes, incluso despejando aceras, algo que se hace con normalidad en los países donde hay costumbre de convivir con esta adversidad. Es bueno analizar los errores- que los habrá habido-, aprender, admitir críticas y no caer en la complacencia porque habrá otras nevadas.