Tras las plazas de toros de Guadalajara

07/12/2018 - 17:46 Rafa Montilla

En la obra de la sra Pimentel, el toro aparece de forma intrínseca, sin que ello signifique menosprecio por el bravo animal.

La aparición de una obra literaria que enmarca a las Plazas de Toros, como centros de encuentro social y cultural marca todo un hito en la historia de la literatura contemporánea de nuestra provincia. Así, sal-vando polémicas sociopolíticas, la historia cultural de nuestra provincia no puede ignorar la impronta torera de la alcarria. 

En los últimos tiempos hablar de toros se ha convertido en un pecado anti-progresista carente de argumen-tos sustanciales. Las críticas ignoran la tradición y sobre todo los beneficios sociales, económicos y ecológi-cos que conlleva la fiesta nacional por excelencia. El caso que me ocupa en este artículo, las Plazas de Toros de nuestra geografía alcarreña, forman parte de una tradición cultural profunda. Diría que forma parte del carácter nacional de todo español a través de una tauromaquia ancestral, aunque le pese. 

Las reminiscencias más antiguas sobre los festivales taurinos se remontan a la Edad del Cobre y del Bronce. En concreto a la misteriosa cultura minoica, que existió entre el 3100 y el 1050 aC, en la isla de Creta. Espa-ña, bajo la influencia de los pueblos prehelénicos adoptó las costumbres taurinas y con algunas modifica-ciones nos han llegado hasta nuestros días. De manera intrínseca los festivales taurinos, el desarrollo de las plazas de toros, o de los Circos Taurinos, como también se denominaron en sus orígenes, han pasado al acervo cultural de la península ibérica y del sur de Francia, principalmente. 

Como defensora de la fiesta nacional de los toros, el pasado mes de julio dña Ana Isabel Pimental Galve, presentó su obra homónima “Las Plazas de Toros en Guadalajara y su Provincia”, en la localidad de Cañizar. Con el acto cumplía un sueño de veinte años de investigación. Mostrar al público alcarreño la realidad de las Plazas de Toros en la Provincia de Guadalajara. Con dicho acontecimiento dejó los aperos de maletilla de domingo para convertirse en novillera literaria.

En la obra de la sra Pimentel, el toro aparece de forma intrínseca, sin que ello signifique menosprecio por el bravo animal. La autora se centra en las Plazas de Toros de Guadalajara, en las localidades donde están ubicadas y en sus poblaciones.  Contempla su nacimiento y desarrollo a lo largo de los años, hasta nuestros días. El toro, por el contrario, vaga libremente por esa dehesa brumosa y fría que la pluma de Ana sabe expresar entre anécdotas y datos históricos solemnes. Así el libro convierte una parte importante de la cultura alcarreña en un nexo de unión entre la historia de toda Castilla la Mancha con el resto de la Penín-sula Ibérica.

El éxito de la primera edición ha sido tan rápido que, enseguida la editorial contempló la necesidad de una segunda edición cuatro meses después.  El improvisado coso taurino de esta ocasión fue la Sala Multiusos del Centro San José de Guadalajara. Con el aforo al completo  la alternativa taurino-literaria tuvo como padrinos de ceremonias a la diputada del Partido Popular, Dña. Ana Cristina Guarinos, acompañada por el segundo teniente de alcalde del excmo. Ayuntamiento de Guadalajara, el sr. Alfonso Esteban y por el editor de la obra, el sr Francisco Melero. Entre los invitados también pudieron verse caras conocidas de la cultura y la política alcarreña, como el sr José María Bris, exalcalde de la capital alcarreña, gran conocedor de las costumbres populares de la provincia de Guadalajara. 

Al margen de polémicas partidistas, la realidad social mantiene sus tradiciones por encima de imposiciones ajenas al acervo cultural. Ana Isabel Pimentel, fiel a su estilo personal, se mantiene alejada y respetuosa de todo tipo de críticas por demagógicas que estas sean. Habla de lo que más le apasiona a través de la histo-ria de nuestras plazas de toros. Con sinceridad, y un profundo conocimiento de la tauromaquia, desgrana anécdotas, historias y fábulas, ocurridas en los más de ochenta pueblos reseñados en la obra, en una obra clara y llena de imágenes a todo color. Se trata, en definitiva, de una obra imprescindible para el aficionado y el profesional del mundo del toro, pero también para quien desee conocer en profundidad, esa parte de la cultura que llevamos en la sangre y que se encuentra en peligro de extinción.