Tren a la Alcarria
01/10/2010 - 09:45
El comentario
Enrique G. Jordá - Periodista
Los viajes en tren, en cualquier tren, me encantan. Esta claro que el desarrollo nos ha traído más velocidad y comodidad, pero dejando a un lado tecnología y ventajas, el viaje en tren sigue teniendo algo especial. Mis lados literario y musical tienen mucho que ver con la elección.
Me gusta el blues y admiro a Gerswhin; su famosa Rhapsody in blue la compuso en un viaje, utilizando los tiempos del sonido del tren al deslizarse sobre los raíles como base musical. ¡Genial! Literariamente, sólo aquellas personas que hayan disfrutado de la lectura en un viaje en tren, pueden entender el placer de realizar dos viajes a la vez, el propio del recorrido y el del libro que se lee viajando.
El tren como medio de transporte tiene más de doscientos años y en la actualidad se ha consolidado por sus múltiples ventajas, como la mejor alternativa tanto para los desplazamientos en las áreas metropolitanas, las medias y largas distancias, así como para el transporte de mercancías, sin olvidar que es la opción más segura para viajar. Dentro del desarrollo turístico, la importancia del tren ha sido y es fundamental. Un ejemplo sigue siendo Europa con una de las mayores ofertas de turismo en tren del mundo.
Suelo ir a menudo a Madrid utilizando el tren de cercanías. Un buen, cómodo y tranquilo medio de transporte para introducirte en la vorágine capitalina y también para salir de ella. El trayecto, eminentemente industrial y urbano, con cada vez menos huecos para ver el campo, es como una mancha que se expande sin freno.
Hace unos días, decidí ir a Sigüenza en tren desde Guadalajara. Nunca había utilizado los trenes de media distancia y la sorpresa fue muy grata. El recorrido formaría parte de los denominados trenes escénicos, en los que el paisaje se puede contemplar con toda su belleza natural. Y belleza natural hay en el trayecto para dar y tomar. Campos alcarreños y tierras serranas bañadas por el Henares y salpicadas de torreones y castillos, imposibles de admirar desde un coche o un avión. Además los trenes son cómodos y bien acondicionados. Una lástima que toda la provincia de Guadalajara no estuviera recorrida por una buena red de ferrocarriles.
Otra cosa bien distinta son los apeaderos y pequeñas estaciones del trayecto. Una pena. Algunas, pequeñas joyas de la arquitectura ferroviaria, descuidadas, sucias y abandonadas. En la mayoría de ellas, se añade la peligrosidad de cruzar las vías para acceder a la estación y viceversa. Los pasos a nivel, con o sin barreras, también son numerosos. Todo un alarde de dejadez y abandono.
El tren como medio de transporte tiene más de doscientos años y en la actualidad se ha consolidado por sus múltiples ventajas, como la mejor alternativa tanto para los desplazamientos en las áreas metropolitanas, las medias y largas distancias, así como para el transporte de mercancías, sin olvidar que es la opción más segura para viajar. Dentro del desarrollo turístico, la importancia del tren ha sido y es fundamental. Un ejemplo sigue siendo Europa con una de las mayores ofertas de turismo en tren del mundo.
Suelo ir a menudo a Madrid utilizando el tren de cercanías. Un buen, cómodo y tranquilo medio de transporte para introducirte en la vorágine capitalina y también para salir de ella. El trayecto, eminentemente industrial y urbano, con cada vez menos huecos para ver el campo, es como una mancha que se expande sin freno.
Hace unos días, decidí ir a Sigüenza en tren desde Guadalajara. Nunca había utilizado los trenes de media distancia y la sorpresa fue muy grata. El recorrido formaría parte de los denominados trenes escénicos, en los que el paisaje se puede contemplar con toda su belleza natural. Y belleza natural hay en el trayecto para dar y tomar. Campos alcarreños y tierras serranas bañadas por el Henares y salpicadas de torreones y castillos, imposibles de admirar desde un coche o un avión. Además los trenes son cómodos y bien acondicionados. Una lástima que toda la provincia de Guadalajara no estuviera recorrida por una buena red de ferrocarriles.
Otra cosa bien distinta son los apeaderos y pequeñas estaciones del trayecto. Una pena. Algunas, pequeñas joyas de la arquitectura ferroviaria, descuidadas, sucias y abandonadas. En la mayoría de ellas, se añade la peligrosidad de cruzar las vías para acceder a la estación y viceversa. Los pasos a nivel, con o sin barreras, también son numerosos. Todo un alarde de dejadez y abandono.