Tropezar con las abejas

23/11/2020 - 13:54 Luis Monje Ciruelo

 Según me comentó un experimentado apicultor de Durón, al que transportando en brazos una colmena se le cayó y le acribillaron las abejas, lo mejor en estos casos es huir encorvado. 

Hoy se anuncia un día despejado. Salir al campo en este tiempo desde la  ciudad después de largo tiempo enclaustrados es una  delicia. A mi me gusta parar el coche en mitad de un bosque o floresta y tratar de escuchar la armonía de su silencio en el que, a veces, se oye hasta el zumbido de una abeja que está libando el néctar de las últimas flores, aunque se puede correr el  riesgo,  como me ha ocurrido un par de  veces en la Sierra Norte, de encontrarme de repente en medio de un colmenar con abejas que en su soledad se han vuelto agresivas. Situaciones así más de una vez han llegado a causar  la muerte de un hombre. Según me comentó un experimentado apicultor de Durón, al que transportando en brazos una colmena se le cayó y le acribillaron las abejas, lo mejor en estos casos es huir encorvado y siempre que se pueda bajo la sombra de los árboles para disimular lo más posible nuestra silueta contra el cielo, pues según él, estando nosotros a la sombra las abejas nos ven peor. Si son muchas las abejas que empiezan a picarnos debemos, según él, rozar nuestro cuerpo con las hojas de una carrasca o incluso meternos a gatas entre la espesura para que las ramas nos ayuden a arrancarlas de la piel. Parece ser que el veneno va acompañado de feromonas que atraen a otras abejas, con lo que, cuantas mas aguijones nos claven, mas probable atraer más abejas enfurecidas. Correr tampoco nos valdría de mucho puesto que las abejas vuelan a mayor velocidad de lo que podemos correr y además nos hace  mas visibles al destacarnos en movimiento contra la floresta. De todas maneras correr hacia el coche ante los primeros picotazos es la reacción más normal. Al menos podremos alejarnos unos centenares de metros y salir a quitarnos las abejas que aún tengamos por la cabeza.

Curiosamente el veneno de abeja tiene una parte positiva, y es que no se conoce ningún caso de apicultores que hayan sido picados varias veces ,y luego en su vejez hayan desarrollado reuma. La industria farmacéutica, consciente de ello, viene adquiriendo el veneno de abeja a algunos apicultores quienes lo obtienen colocando una batería de coche unida a un fino peine metálico en la piquera, en el que las abejas dejan su veneno al recibir una descarga.

Aunque las picaduras son un riesgo poco frecuente, hay que asumirlo, tanto en la  Alcarria melera como en la Serranía. La víctima mas reciente fue el maestro de un pueblo de la Campiña que  además, era apicultor. Parece qué fue un caso claro de alergia.