Turbulencias y telediarios

13/04/2012 - 00:00 Antonio Pérez Henares


  La “prima” esa con taquicardia que nos amarga la vida se tranquilizó un poquito y la bolsa recuperó un algo su débil pulso. Rajoy, en medio de la nueva tempestad, fue a responder el martes al Senado y ayer al Congreso. La anécdota de que el primer día no quisiera hablar con los periodistas y que si lo hiciera el miércoles en los pasillos del Congreso alcanzó nivel de cuerpo de doctrina y categoría de pensamiento.


  Y la impresión es que en medio de esta cotidiana turbamulta es de agradecer que al menos uno permanezca tranquilo. O quizás dos, si contamos a Soraya Sáenz de Santamaría a la que la otra Soraya cada vez le hace menos mella. En el último rifirrafe la del PSOE le “exigió” que no le hablara de la “herencia”.


  Hombre, que el PSOE pretenda hacer de ZP el presidente que nunca existió y de sus ministros políticos vírgenes, es comprensible pero que nos olvidemos todos porque les convenga a ellos ya resulta mas difícil y que se lo calle la vicepresidenta, un imposible metafísico. Pero la verdad es que la semana ha sido de las peorcitas para Rajoy. Lleva de Vía Crucis desde las andaluzas y la Pascua Florida lo único que le ha traído han sido más espinas. Y ya se sabe que si a don Mariano le sobra algo son enemigos.


  Descontada como es lógico y normal, para eso está, la oposición política, crecida tras detener la marea azul en sur, y la sindical, un tanto desfondada tras la huelga, los tiene externos, internos y hasta viviendo en casa. Amen de los perversos mercados y sus circunstancias, no le falla nunca el italiano Monti con su técnica de escupir primero y luego lamentar el salivazo. Pero esos son los de menos. Los peores son los presuntos propios. Los candidatos a válidos, los aspirantes a dirigirlo a los que ni antes cuando crucificaban ni ahora les ha hecho ningún caso y que aprovechan la mínima para saltarle al cuello.


  La reedición del tridente papel, radio y lideresa ofreció ayer una nueva representación profusamente clamoreada. También es cierto que se lo están poniendo bastante fácil los que debían ejercer de pretorianos. Ministros y portavoces del partido compiten en desmentirse unos a otros y la sensación es de mercadillo voceado. En vez de emplearse en la didáctica, imprescindible, ahondan en la confusión. Y cocinado con buen arte, la televisión pública, que ya casi cinco meses después sigue como si fuera 19-N, se encarga de arrimar el ascua a Rubalcaba. Aunque eso me parece que se acaba. O yo le entendí mal a Rajoy o si que ahora a algunos se les están agotando los telediarios. Puede que este mismo viernes, vamos.