Un agosto particular

03/08/2018 - 12:16 Pedro Villaverde Embid

Son tiempos excesivamente complejos que al menos hallan en este paréntesis estival un cierto alivio.

Agosto es sinónimo de vacaciones y fiestas, alegría y ocio, toros y procesiones, vuelta a los pueblos, a la tradición. Es un mes de cierto parón en la actividad pública aunque ya nuestra amiga y ministra, Magdalena Valerio, nos decía que al menos habrá dos consejos de ministros en este mes y que seguirá muy latente el  drama de la inmigración, el mayor desafío al que nos enfrentamos como sociedad. También dará dolores de cabeza el conflicto catalán que ha dividido aquella región en dos partes de muy complicada reconciliación constituyendo un serio problema de Estado, más grave, comentaba el otro día en ‘Sigüenza Universitaria’ el periodista José Oneto, que el golpe de Tejero en 1981.Son tiempos excesivamente complejos que al menos hallan en este paréntesis estival un cierto alivio, pues todos, aún pendientes de estas y otras realidades, tenemos más puesto el espíritu en disfrutar del calor y el merecido cambio de aires.  

  Pero si cada día tiene su afán, dice el refrán, agosto, con todo su componente lúdico, conlleva sus peligros. Uno de ellos es el riesgo de los incendios forestales que arrasan nuestros montes. Las altas temperaturas que estamos sufriendo aumentan las alarmas. Cuidado con hábitos como tirar una colilla por la ventanilla del coche, un vidrio que pueda provocar el ‘efecto lupa’, un aerosol, susceptible de explotar a altas temperaturas, o la basura. Una segunda amenaza son los accidentes de tráfico, muchos de ellos en carreteras secundarias.  Ojo con el alcohol, el cansancio, el exceso de confianza. Tampoco olvidemos la siniestralidad en piscinas y zonas de baño, con ahogamientos y sustos. Precaución con las corrientes, con saber dónde nos metemos, con los saltos al agua y por supuesto mucha atención con las elevadas temperaturas que obligan a hidratarse o a no hacer ejercicio físico a determinadas horas. Por último tengamos respeto a la convivencia. Nuestras fiestas deben estar libres de violencia sexista. La euforia del ambiente no es excusa para los abusos. Evitemos peleas y discusiones tanto en el ámbito doméstico como con los vecinos y dentro del tumulto propio de la fiesta. Agosto es un mes para ser felices y no para lamentar.