Un árbitro no es la estrella
01/10/2010 - 09:45
La mirada indiscreta
JOSÉ LUIS GÓMEZ,
PERIODISTA
Está claro es que debe
cambiar la regulación del sistema más globalizado
cambiar la regulación del sistema más globalizado
Afalta de alternativa, el mercado sigue vivo, a pesar de la crisis financiera que ha estropeado los parqués. Ni siquiera en este caso puede hablarse de esperanza china, porque los comunistas chinos también confían en el mercado. Queda en pie, a lo sumo, el modelo cubano, que ya sabemos que da de sí más literatura que economía. Sin embargo, es una evidencia que el capitalismo es un modelo que necesita una revisión a fondo, en la que, como apunta el flamante Nobel Paul Krugman, será aconsejable tirar del gasto público como principal instrumento para combatir la crisis actual y suavizar el perfil de la recesión que se avecina. A mayores, está por llegar otra gran cumbre como la de Bretton Woods, en la que se establecieron las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países más industrializados del mundo, se produjo la creación del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial y se pactó el uso del dólar como moneda internacional.
Sea cual sea el modelo elegido, más keynesiano o socialdemócrata, más liberal, más conservador..., lo que está claro es que debe cambiar la regulación del sistema más globalizado que ha conocido la historia. Por contradictorio que parezca, será la manera de lograr que el mercado recupere su vitalidad y dé juego para todos. También en este caso es útil el lenguaje universal del fútbol, porque un árbitro, por imprescindible que resulte, jamás será la estrella del deporte rey. Los ases serán siempre los jugadores, es decir, las estrellas del mercado serán las empresas y no los Estados, por mucho que sin Estados no pueda haber juego, a riesgo de que las estrellas se peleen y se den patadas, en vez de trenzar buenas jugadas.
España tiene en este sentido dos problemas: apenas influye en el comité que fija las reglas globales, salvo que encomiende toda su suerte a su pertenencia a la Unión Europea, y se ha pasado exprimiendo el zumo del ladrillo, sin desarrollar un modelo alternativo. Y por ahí habrá que ir desenredando la madeja.
Sea cual sea el modelo elegido, más keynesiano o socialdemócrata, más liberal, más conservador..., lo que está claro es que debe cambiar la regulación del sistema más globalizado que ha conocido la historia. Por contradictorio que parezca, será la manera de lograr que el mercado recupere su vitalidad y dé juego para todos. También en este caso es útil el lenguaje universal del fútbol, porque un árbitro, por imprescindible que resulte, jamás será la estrella del deporte rey. Los ases serán siempre los jugadores, es decir, las estrellas del mercado serán las empresas y no los Estados, por mucho que sin Estados no pueda haber juego, a riesgo de que las estrellas se peleen y se den patadas, en vez de trenzar buenas jugadas.
España tiene en este sentido dos problemas: apenas influye en el comité que fija las reglas globales, salvo que encomiende toda su suerte a su pertenencia a la Unión Europea, y se ha pasado exprimiendo el zumo del ladrillo, sin desarrollar un modelo alternativo. Y por ahí habrá que ir desenredando la madeja.