Un ataque de euforia
29/12/2010 - 00:00
Mariano Rajoy está tan crecido que ha perdido la compostura, y nos sorprende -algo impensable en el- con muestras de mala educación, zafiedad y machismo. No es propio de una persona culta y refinada, referirse a ministros del Gobierno como "Pepiño" o "la Chacón". Porque su posición le obliga a ser, al menos formalmente, respetuoso con las personas que ocupan tan altos cargos. Lo contrario, las calificaciones y adjetivaciones despectivas y chulescas, solo conducen a fomentar el desprestigio y la falta de respeto a las instituciones; cosa que últimamente se está evidenciando de manera alarmante y extremadamente peligrosa.
Si Mariano Rajoy creyera que la gran distancia que hoy reflejan las encuestas sobre intención de voto son resultado del buen hacer, tanto propio como del PP, es seguro que sabría estar a la altura y no necesitaría recurrir a expresiones de conversación tabernaria, ni como consecuencia de un repentino ataque de euforia. Pero no es así. Es consciente de que, ni en su partido ni en el mismo, hay el más mínimo mérito en la presumible futura victoria electoral. Y de que el, también presumible, batacazo de PSOE será mérito en exclusiva de los errores de un Gobierno y fundamentalmente de su Presidente Zapatero, unidos, todo hay que decirlo, a una terrible crisis que está afectando negativamente en la imagen de todos los gobiernos europeos.
Por eso, porque debe resultar durísimo para un líder sentir que las victorias no son fruto del mérito propio sino del demérito ajeno. Saber, sobre todo, que tu valoración personal en esas encuestas es pésima; aun peor que la de tu rival, debe ser realmente desolador. Y eso que a algunos les llevaría a la melancolía, a Rajoy le lleva a la zafiedad.
Por otro lado, la leve mejoría en la imagen del PSOE que se apuntaba tras la última remodelación del Gobierno, parece que se ha diluido como un azucarillo en un vaso de agua. ¿Dónde quedaron los buenos propósitos sobre una mayor y, sobre todo mejor comunicación con la ciudadanía? Porque, evidentemente, las últimas medidas que se están tomando, en materia laboral y de pensiones, o con el considerable el aumento del precio de la electricidad, están incidiendo aún más en el deterioro de la imagen del Gobierno, fundamentalmente porque no se están explicando ni suficientemente, ni suficientemente bien. La idea de convertir en portavoz eficaz a cada uno de los ministros, no está cuajando y, de momento, estamos asistiendo a la aparición casi en exclusiva de un Pérez Rubalcaba , a modo de hombre orquesta, que sustituye en protagonismo a un Rodríguez Zapatero cada día más desaparecido